Nuestra cultura presenta un panorama ambivalente sobre la vida. Por un lado, no regatea esfuerzos para combatir las enfermedades y lograr una mayor calidad de vida. Gracias a Dios se han logrado avances extraordinarios y estamos a la espera de que pronto podamos vencer algunas enfermedades que todavía se resisten. En Medicina prenatal ha habido logros realmente espectaculares, e incluso operaciones intrauterinas en beneficio de los no nacidos.
Frente a todo esto, no acaba de dar el paso hacia una situación que orille definitivamente lo que el Beato Juan Pablo II calificó como cultura de la muerte. Algunas élites, que se autoproclaman progresistas, siguen enarbolando esa cultura como logros y adquisiciones irrenunciables. Las cosas han llegado a tal punto en las sociedades occidentales que se ha invertido completamente la pirámide poblacional. Los demógrafos hablan ya de emergencia biológica, porque estas sociedades están arriesgando no sólo su bienestar, sino su misma existencia.
Por tanto, lo verdaderamente realista y progresista es, incluso desde el punto de vista utilitarista, la transmisión, educación y cuidado de la vida. Traer hijos al mundo sigue siendo una aportación absolutamente prioritaria para nuestras sociedades occidentales. Pienso que haríamos bien en repasar la historia de la caída del Imperio Romano y el traspaso de su grandeza a los bárbaros, porque el desprecio y menosprecio por la vida fue una de sus principales causas. Personalmente, siempre he sentido vértigo cuando estudio las grandes cristiandades que se asentaron en Oriente y en el Norte de África, muchas de las cuales han desaparecido por completo. ¿Puede ocurrir que un día cercano sea borrada del mapa del mundo la civilización europea?
Los Gobiernos deben tomar buena nota de lo que ya está sucediendo y poner remedios eficaces en pro de la trasmisión y educación de la vida humana. Todo lo que sea favorecer la maternidad: desde los horarios labores adecuados hasta la conservación del puesto de trabajo, pasando por ayudas a los niños en edad escolar, el transporte, mayores desgravaciones fiscales, ayudas para la vivienda y un largo etcétera es tener visión de futuro y apostar por el mañana.