99 años de edad y 75 de sacerdocio
¿Qué se siente al cumplir 99 años y 75 años de sacerdocio?
Es una gracia especial de Dios. Algo no esperado. Viendo a mi alrededor a los compañeros que van quedando en el camino después de haber ayudado a nuestra Diócesis y a tanta gente.
¿Qué recuerdos tiene de su ordenación?
Hacía poco tiempo que había llegado de la guerra civil española. Me licenciaron antes por ser uno de tres hermanos en el frente de batalla. Participé en las contiendas de Brunete (Madrid) y en Teruel. Al llegar a mí pueblo, me reclamaron desde el Seminario en Coria, ya que parte de los profesores Claretianos del Seminario habían fallecido en la guerra. Por ello tuve que dar clases a mis propios compañeros, era alumno y profesor. El Obispo Dominico, Francisco Barbado Viejo me ordenó sacerdote en la parroquia de la Asunción de mí pueblo, Ahigal. Ese mismo día de mí ordenación se celebró una Asamblea Comarcal de Acción Católica, (Juventud Femenina), convocada por el obispo, con lo cual la Iglesia estaba llena. Estuve rodeado de mis familiares y vecinos de Ahigal (solo faltaron mis dos hermanos que estaban en el frente).
¿Qué les recomendaría hoy a los sacerdotes jóvenes y a los seminaristas?
Que fomenten y aprovechen la vocación que tienen, dando buen ejemplo a los demás con su buen comportamiento.
¿Cuál considera que son actualmente los retos del sacerdocio?
La falta de fieles en la Iglesia. La implicación en la parroquia. La falta de fe.
La Diócesis está en Sínodo después de 30 años, ¿cómo vive este momento de la historia?
Con la oración y las ganas de ver cuál es la realidad de nuestra Iglesia actualmente, para que sepamos qué camino tenemos que tomar.
¿Qué otros acontecimientos diocesanos le han marcado?
La muerte repentina del obispo Francisco Cavero Tormo, en la procesión del Domingo de Ramos, la Coronación Canónica de la Virgen de Argeme, el fallecimiento de don Honorio María Sánchez Bustamante, el día de la Asunción del año 1965.
El abandono de la mitad de los seminaristas en el año 1932 por miedo a la República.
La adecuación del claustro, vestuario de canónigos, sala capitular y demás salas como Museo Catedralicio. La construcción del nuevo Santuario de la Virgen de Argeme.
Los veranos en el pueblo de Lagunilla (Salamanca), donde tenía el Obispo de Coria un Palacio y una residencia para los seminaristas.