«Si tengo que elegir, prefiero morir de una bala que de hambre. Es rápido y duele menos» - Alfa y Omega

«Si tengo que elegir, prefiero morir de una bala que de hambre. Es rápido y duele menos»

El domingo se celebra la Jornada Nacional de Manos Unidas, este año centrada en recordarnos que en Europa tiramos 89 millones de toneladas de comida al año y que España es el sexto país en la lista del despilfarro. La organización de la Iglesia recalca que tirar comida no es solo un problema moral, sino que nuestros actos repercuten en la cronificación del hambre y en la explotación de millones personas en el Tercer Mundo. Es el caso de Colombia, donde miles de niños indígenas de La Guajira han fallecido por desnutrición y enfermedades causadas por las extracciones mineras, que han secado los pocos ríos que quedaban en pie tras cinco años de sequía. El 70 % del carbón que extraen estas multinacionales tiene como destino Europa, denuncia Ruth Chaparro, líder indigenista

Cristina Sánchez Aguilar
Ruth Chaparro durante el acto en la plaza Bolívar de Bogotá, en la que inundaron el suelo de féretros de cartón. Foto: Emanuel Rojas/Manos Unidas

Según cifras oficiales, alrededor de 5.000 niños indígenas fallecieron entre 2008 y 2013 por desnutrición y enfermedades derivadas de la falta de agua y comida en La Guajira, zona desértica de Colombia que linda con la frontera de Venezuela. «Sin embargo, las autoridades tradicionales wayúu –una de las tribus mayoritarias del lugar– nos dicen que el número de fallecimientos ronda los 14.000. Esta diferencia se debe a que muchos niños no estaban registrados».

Mientras habla de hambre, niños y muertos, Ruth Chaparro llora. Varias veces, sin tapujos ni vergüenzas. En mitad de la entrevista. La subdirectora de Fucai (Fundación Caminos de Identidad) y socia local de Manos Unidas ha venido hasta Madrid «para contar que Europa es el destino del 70 % del carbón que extraen las multinacionales que han secado los pocos ríos que quedaban en la zona tras cinco años de sequía». Las empresas no miden el impacto ambiental y social de su trabajo, «y el Gobierno no es muy riguroso a la hora de dar licencias». Las multinacionales no son las únicas culpables de lo que Chaparro califica de «holocausto». «La sociedad civil, con su indiferencia, ha permitido que se asesine a estos niños, que pagan con su vida el bienestar de los consumidores europeos. Pero ustedes ni siquiera lo saben».

Como si el Papa hubiera escuchado a Chaparro llorar, el día de la entrevista, Francisco hacía público su mensaje para la Cuaresma 2017, en el que advierte de que el «el fruto del apego al dinero es una especie de ceguera: el rico no ve al pobre hambriento, llagado y postrado en su humillación».

«Lo que sobra a unos, falta a otros»

Foto: Santiago Mesa/Manos Unidas

La líder indígena acompaña a Manos Unidas durante la presentación de su campaña 2017 para ejemplificar con su testimonio el lema de este año: El mundo no necesita más comida, necesita más gente comprometida. «El hambre es inaceptable en un mundo donde hay suficiente comida. Pero muchos creen que es el destino de ciertas poblaciones», denuncia.

Chaparro, que cuenta haber experimentado el hambre en carne propia, lanza una afirmación dura: «Si tengo que elegir, prefiero morir de un balazo que de hambre. Es más rápido y duele menos». Sabe bien de ambas amenazas. Por un lado, describe cómo «el hambre produce un dolor profundo, sudor, temblor, rabia, violencia y agresividad. He visto a niños que han perdido el 100 % de la masa muscular, que ni siquiera tienen lágrimas». Por otro lado, «vivimos rodeados de amenazas por hablar de cifras de muertos. Hay diez mujeres, líderes indígenas, que tienen que llevar protección». Las amenazas llegan en forma de panfletos, con frases del tipo «Pagaréis con vuestra vida», «Estáis hablando demasiado». No se sabe de dónde llegan, pero «si callamos somos cómplices».

El Movimiento de las Mantas Negras

Ruth Chaparro, junto con un centenar de hombres y mujeres de la sociedad civil colombiana, crearon hace unos meses el Movimiento de las Mantas Negras. «Nos declaramos en luto permanente para honrar la vida y la muerte de estos miles de niños. De muchos ni siquiera sabemos su nombre o edad, pero queremos reconocerlos, darles un lugar en nuestro país y pedirles perdón por no ser capaz de protegerlos».

En mayo de 2016 los miembros de esta organización inundaron la plaza Bolívar de Bogotá con 500 ataúdes. El objetivo era que el país –y el mundo– «tomen conciencia de qué está pasando. Somos un país rico en petróleo, esmeraldas, coltán, café…, pero la desigualdad aquí es de las más grandes del mundo». Chaparro pide a los españoles, y a la comunidad internacional, que no miren a otro lado mientras asesinan a su pueblo.