Zenari, Sako, Pizzaballa y Mathieu: Oriente Medio cuenta en el cónclave
Francisco quiso hacer cardenales a pastores de países golpeados por la guerra. A ellos se les unió hace apenas medio año el único obispo latino de Irán, pastor de solo 6.000 católicos
En el cónclave que eligió a Francisco solo representó a Oriente Medio el patriarca maronita, Bechara Boutros Raï —ahora ya no elector—. Este Papa quiso dar un protagonismo mucho mayor a la región. Entre los cardenales que desde este miércoles eligen a su sucesor, la representan cuatro: el patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa; el caldeo, Luis Rafael Sako; el nuncio en Siria, Mario Zenari, y el único obispo de Irán, Dominique Joseph Mathieu.
Si una anécdota refleja la peculiar idiosincrasia de la labor de estos cardenales, es que cuando el 9 de julio de 2023 el franciscano Pizzaballa comenzó a recibir llamadas por su nombramiento como cardenal, lo primero que pensó fue «¿qué habrá pasado hoy?». Algo lógico ya que «aquí en Jerusalén siempre hay problemas».
Entonces, afirmó a Alfa y Omega que veía en esta elección de Francisco una renovación de la llamada a la que es «la principal misión de nuestra Iglesia»: construir puentes de reconciliación «en esta tierra tan herida, donde el conflicto, las tensiones y el odio están creciendo».
En sus conversaciones con el Pontífice argentino, constató que le interesaba «mucho conocer todas las pequeñas realidades diferentes de encuentro». De hecho, cree que esta «experiencia pastoral muy buena de convivencia con otras Iglesias y religiones» en lugares donde son minoría es la principal aportación de los católicos de Oriente Medio a la Iglesia universal. Lo consideraba un elemento muy enriquecedor «en este mundo cambiante cuyo carácter multicultural y multirreligioso crece por todas partes».
No se fue de Siria
Más radical aún es la experiencia de Mario Zenari, representante de la Santa Sede en Siria, que ya lleva cinco años de prórroga a petición de sus superiores. Ello, a pesar de que su sueño era «ser párroco, posiblemente en una zona rural», confesaba en 2022 a esta publicación. Entrar en la diplomacia vaticana fue decisión de su obispo.
Tras conocer el conflicto en Costa de Marfil o Sri Lanka, cuando estalló la guerra en Siria «mantener la nunciatura abierta y operativa fue una decisión obvia que nunca nos replanteamos». Tampoco «me he replanteado mi misión y el puesto que ocupo. Siento que estoy donde el Señor me quiere». Incluso bromeaba afirmando que «me considero ya un nuncio militar».
«Mi principal misión es estar cerca de la gente que sufre» y «sostener y organizar la ayuda humanitaria», incluso «si a veces no se puede hacer gran cosa. Visito, en particular, a las comunidades cristianas». Uno de los momentos más impactantes, compartía, fue ver en el hospital a una niña de 9 años, Laurine, a la que «el día anterior le habían tenido que amputar las dos piernas».
Diplomáticamente, visitó al entonces presidente Bashar al Asad en diciembre de 2016, durante la batalla de Alepo. En otras ocasiones, se dirigió a embajadores ante la Santa Sede para «llamar la atención de la comunidad internacional sobre el deterioro de la situación humanitaria».
En la primera entrevista después de que se publicara su nombramiento, en noviembre de 2016, dijo que «con la púrpura, símbolo de la sangre, ha honrado la sangre de tantos niños sirios víctimas de este cruel conflicto». Sobre cómo afrontaba el participar en un cónclave, simplemente pedía «dejémonos sorprender por el Señor cuando llegue el momento».
Perseguido por brigadas cristianas
También Louis Raphael Sako, patriarca caldeo en Irak, conoce la guerra. Solo un año después de ser elegido como tal tuvo que hacer frente a la irrupción del Dáesh en la llanura de Nínive y a la huida de todos los cristianos de la región. Aunque la guerra concluyó en 2017 y se han reconstruido más de 14.000 edificios, viviendas e iglesias, hace un año lamentaba en entrevista con Alfa y Omega que en Mosul, donde «había más de 50.000 cristianos, hoy no llegan a 120».
Y reivindicaba que «para que los cristianos vuelvan lo que es necesario es el respeto a los derechos humanos». Denuncia que los cristianos «no somos tratados con equidad» y «hay diferentes categorías de ciudadanos, cuando deberíamos tener los mismos derechos y deberes que cualquiera». Por eso siempre ha rechazado ser tratados como minoría, incluso para bien.
Más recientemente, Sako ha sufrido otra vertiente de la delicada realidad de Oriente Medio. Fue en verano de 2023, cuando el presidente Abdul Latif Jamal Rashid le retiró durante un año el reconocimiento como patriarca de los caldeos. El purpurado lo achacó a las presiones de la Brigada Babilonia, un grupúsculo paramilitar autodenominado cristiano que «quería intimidarme para hacerse con las propiedades de la Iglesia y los cristianos». Prevenir a los creyentes para que no se unan a este tipo de grupos, que considera contraproducentes, ha sido una de las constantes de su ministerio.
El último pastor de Oriente Medio en entrar a formar parte del colegio cardenalicio, en diciembre pasado, es el belga Dominique Joseph Mathieu. Hace tres años fue nombrado arzobispo de la única circunscripción católica de rito latino en Irán, con sede en Teherán. Se convirtió así en pastor de apenas 6.000 fieles. Al conocerse la noticia, valoró para Alfa y Omega que Francisco había querido dar una «señal de cercanía» hacia su comunidad, además de hacer «una fuerte invitación a la paz y al diálogo interreligioso en una región en la que este siempre ha sido delicado».