Maoríes, cambio climático y, de lejos, la guerra de Ucrania: así son los cardenales de Oceanía
El continente que solo cuenta con un 0,78 % de los fieles católicos estará representado por cuatro electores. Dos están acostumbrados a la misión entre pequeñas islas, algunas amenazadas por la subida del mar
Si un dato refleja el deseo de Francisco de que todos los rincones del planeta tengan su lugar en el gobierno de la Iglesia, es la presencia de cuatro cardenales de Oceanía en el colegio cardenalicio. Esto supone un 3 % del mismo, a pesar de que los fieles católicos de este continente no llegan al 0,78 % del total de la Iglesia en todo el mundo.
Los más veteranos, creados por Francisco en 2015, son John Dew, arzobispo emérito de Wellington (Nueva Zelanda) y Soane Patita Paini Mafi, obispo de Tonga, en el país del mismo nombre. Se trata de un Estado «bebé», bromeaba Paini Mafi cuando Alfa y Omega lo entrevistó en ese momento. Lo fundaron misioneros maristas a mediados del siglo XIX.
Tiene 52 islas habitadas, que pueden atender con «sacerdotes suficientes, afortunadamente», y la ayuda de líderes laicos. Estos se implican en muchas tareas y «también económicamente, a pesar de ser pobres». Lo sabe por experiencia, pues buena parte de su familia han sido catequistas. Ayudarlos a profundizar en su fe y formar a las familias es una de las prioridades de la Iglesia.
Amistad con los maoríes
Nueva Zelanda tiene un contexto más occidentalizado, en el sentido de que es un país en gran medida culturalmente anglosajón y marcado por la secularización y el descenso de vocaciones, describía Dew. La Iglesia es reconocida por su sistema educativo y la implicación de los fieles en iniciativas de voluntariado. Con todo, también tiene su punto de periferia por la presencia y la atención especial que dedican las comunidades cristianas a los indígenas maoríes.
El mismo Dew relataba cómo «tuve el privilegio de crecer en una zona donde había presencia del pueblo maorí, y no era infrecuente que nos mezcláramos con ellos. Por tanto, me sentí cómodo aprendiendo algo de su idioma, de su cultura, lo que me ha venido bien en mi ministerio».
Mafi afirmaba que, al elegirlos, Francisco quería «mostrar que las Iglesias pequeñas son parte de la Iglesia y que se cuenta con ellas, no es solo una Iglesia de ricos y poderosos». Si el otro tiene «ojos de fe», se puede percibir que estas aportan dones como «nuestra sencillez y humildad; la forma de mostrar y expresar nuestra fe; nuestra tendencia a vivir como comunidad, más que a ser individualistas; nuestro amor y respeto por el entorno natural, y el economizar bien lo poco que tenemos».
Islas que desaparecen
Precisamente de respeto por el medio ambiente hablaba con este semanario, en 2019, el John Ribat, arzobispo de Port Moresby (Papúa Nueva Guinea) y creado cardenal tres años antes. En su país «somos víctimas del calentamiento global», afirmaba, pues la subida del nivel del mar hace que haya «islas que desaparecerán pronto». Ponía el ejemplo de una «que se ha dividido en tres partes y han tenido que evacuar». «Por suerte, pertenecen a la diócesis católica de Bougainville y el obispo les ha asignado un trozo de tierra para que vayan», pero en otros casos «no hay recursos» para ayudarlos.
Incluso en los casos en los que el terreno no se ha visto afectado todavía, este fenómeno amenaza la supervivencia de la población. La subida de nivel hace que el agua que antes era potable y servía para la agricultura se salinice.
Más allá de este grito de auxilio y de la reivindicación de que la encíclica Laudato si «habla de la realidad», en su diálogo con Alfa y Omega Ribat recordaba el papel de los sacerdotes y misioneros para conseguir que los fieles de sus 600 islas reciban los sacramentos en torno a una vez al mes. Él mismo recordaba el papel de un misionero austríaco del Sagrado Corazón en su propia vocación a esta orden. «Durante tres o cuatro días visitaba a todo el mundo del pueblo. Eso me tocó y me animó. Mis padres preparaban comida y decían: “Juntos, como familia, vamos a darle nuestro regalo al sacerdote”».
De Australia pero ucraniano
Australia, el país más grande de Oceanía, no contaba con cardenal elector desde que el difunto George Pell cumplió 80 años en junio de 2021. Francisco quiso corregir esto de una forma un tanto curiosa: imponiendo en diciembre pasado la púrpura al ucraniano Mykola Bychok, residente en Melbourne y pastor de la Iglesia grecocatólica ucraniana para sus fieles en Australia y el resto del continente.
Con 44 años es el miembro más joven del colegio cardenalicio. Con motivo de su designación señalaba a Alfa y Omega que esta ponía el foco en su país de origen, Ucrania, donde se está cometiendo un «genocidio»; y en la lucha «por la libertad y la independencia frente a Rusia». «Será una gran oportunidad». Del mismo modo, ponía en valor que es «muy importante» que el Papa tenga cerca figuras en representación de las Iglesias orientales. Aunque «somos una sola Iglesia».