Viganò, nuevo comunicado con las mismas acusaciones y las mismas omisiones
El ex nuncio en Washington publicó otro documento desde un lugar «secreto», que fue retomado al unísono por la red de medios de comunicación afines. Sobre la falta de respuesta vaticana: «quien calla otorga»
El ex nuncio Carlo Maria Viganò vuelve a asomarse desde un lugar «secreto», en donde se aloja ahora, para publicar un nuevo mini-memorial a través de la red de medios de comunicación afines que ya había publicado al unísono su primer «comunicado», con el que pidió la renuncia del Papa Francisco, acusado, sin ninguna prueba, de haber encubierto los abusos del cardenal estadounidense Theodore McCarrick.
Pero esta vez Viganò acentúa las referencias bíblicas y se presenta como un santo héroe «llamado a dar testimonio de la verdad» que está viviendo una «situación de prueba». Se defiende por haber traicionado el juramento sobre el secreto pontificio que había prometido observar, auto-absolviéndose pues, en su opinión, a «custodia del secreto» provocaría «daños muy graves». No dice ni una palabra sobre la clamorosa e inédita petición de la renuncia del Papa, que aparecía en su comunicado anterior y misma que incluso algunos de quienes apoyan a Viganò ven con vergüenza: solamente quien no conozca el Código de Derecho Canónico puede pensar llegar a tanto, pues la única condición para la validez de la renuncia es que sea libre y, por lo tanto, no solicitada mediante presiones.
Viganò recuerda que no ha habido respuesta a su primer «comunicado», en el que trataba de involucrar en los encubrimientos de las conductas del cardenal McCarrick a los colaboradores de los últimos tres Papas, acusando duramente a Francisco pero tratando de poner a salvo a san Juan Pablo II (presentado como un enfermo incapaz de razonar) y a Benedicto XVI (quien habría tratado, sin sanciones ni resultados, de convencer a McCarrick de que llevara una vida retirada). Y la deducción de Viganò es: «quien calla otorga».
Insiste, con base en sus recuerdos (mismos que se han demostrado bastante vagos y en algunos casos claramente falsos), en que Francisco sabía de «cuán perverso y diabólico era McCarrick». Y afirma que Bergoglio lo habría convertido en uno de sus consejeros: circunstancia carente de pruebas o indicios. Con una “excusatio non petita” incluso afirma sentirse calumniado por el Papa, porque este último, durante una homilía, citó el Evangelio para recordar que Satanás es quien siembre escándalo y división.
También arroja a la trituradora al cardenal Marc Ouellet, Prefecto de la Congregación de los Obispos, aunque explica que «con él como nuncio he siempre trabajado en gran sintonía y siempre he tenido gran aprecio y afecto» por él. Hace duras alusiones sobre dos «amigos homosexuales» del Dicasterio de Ouellet, indicando que el cardenal ha cedido demasiado. Ouellet, en 2011, según Viganò, se habría referido a las «sanciones» de Benedicto XVI en contra de McCarrick, aunque fuentes cercanas al Papa Ratzinger ayudaron a comprender las verdaderas dimensiones de esta «petición privada» o «instrucción» que nunca ninguna verdadera sanción decretada por el Pontífice.
El nuevo memorial concluye invocando la «batalla final» con el «dragón infernal» y sostiene que hoy «el sucesor de Pedro no solo no ve al Señor en la popa, quien seguramente tiene el absoluto control de la barca, sino que ni siquiera pretende despertar al Jesús durmiente en la proa. ¿Acaso Cristo se ha vuelto invisible para su vicario? ¿Acaso improvisarse sustituto de nuestro único Maestro y Señor le tienta?».
El nuevo “comunicado” de Viganò es interesante nuevamente por lo que no dice, por los hechos que omite. No vuelve a afrontar el nombramiento de McCarrick ni el papel de los colaboradores más cercanos al Papa Juan Pablo II, es decir del Papa que promovió en cuatro ocasiones al cardenal abusador. No dice por qué él mismo, Viganò, cuando era nuncio en Estados Unidos, incluso durante el Pontificado de Benedicto XVI, fue incapaz de hacer que McCarrick respetara las instrucciones de vivir retirado y de no viajar. No aporta pruebas ni indicios sobre la supuesta colaboración de McCarrick como consejero del actual pontificado. No recuerda tampoco que el Papa Francisco fue el primero que sancionó duramente al cardenal abusador, quitándole el birrete cardenalicio, cosa que no sucedía en la Iglesia desde hacía 92 años.
El documento fue divulgado este 27 de septiembre, pero lleva la fecha del 29 de septiembre.
Andrea Tornielli / Vatican Insider