Ven a la Escuela de calor - Alfa y Omega

Confieso que los «revival» a los que el panorama teatral actual nos tiene acostumbrados en estos últimos años me ponen un poco nerviosa por su excesiva «explotación» de lo pasado. Desde el pionero Hoy no me puedo levantar hasta hoy, muchos productores teatrales han sido los que se han querido apuntar al carro de este «formato» de ingresos seguros por las añoranzas que despiertan, y este hecho no deja de parecerme sospechoso. Sin embargo… Este espectáculo merece la pena, por muchas razones.

Los veteranos Alberto Comesaña y Carlos Segarra (Amistades peligrosas y Los Rebeldes respectivamente), promotores de este proyecto, nos reúnen en torno a la música pop rock de los últimos tiempos, ámbito que conocen muy bien.

Grandes éxitos de los años de la movida madrileña, pasando por otros aledaños como Burning o Tequila y siguiendo por Los Rodríguez, Héroes del Silencio, Antonio Flores, Gabinete Caligari, Los Secretos, Duncan Dhu, La Unión, Sabina, Nacha Pop, Mecano… Y no sigo porque son muchos. Curioso resulta que los cantantes ejercen, al menos en Madrid, sólo de productores y no de artistas en el escenario.

Las canciones se hilvanan con una trama simple. El pequeño estudio de radio Joaquín Luqui (primer guiño nostálgico), situado en la Calle Enrique Urquijo (segundo guiño de los muchos que tiene el espectáculo), emite todas las noches su programa de la mano de una noctámbula locutora (Paula Sebastián), que nos cuenta sus cuitas amorosas a la vez que da paso a las canciones.

Esta trama resulta floja e inútil ante la fuerza brutal de las canciones y de los artistas que actúan, además de soez y descarnada innecesariamente. Por ello, no es una obra de teatro, ni un musical al uso. Es un concierto de rock, con una puesta en escena muy sencilla pero eficaz que está puesta al servicio total de las canciones, las auténticas protagonistas del espectáculo.

En cuanto a la parte artística, decir que la banda es magnífica, con unos músicos muy brillantes y un sonido directo inmejorable. Interpretan las canciones los cantantes Joaquín Padilla, de Iguana Tango, muy rockero, que muestra un sorprendente registro de voz, y se adapta igual de bien al tono de Hombres G que al de Loquillo; Pablo Perea de La Trampa, con su voz profunda y potente, (está enorme interpretando Te dejé marchar de Luz Casal, pone los pelos de punta), y Naim Thomas, versátil artista en su día muy conocido por el gran público por su participación en la primera edición de Operación Triunfo.

El ritmazo de las canciones, todas ellas míticas, enciende a un público que se entrega a pesar de la incomodidad de las butacas que te impiden bailar. El repertorio tiene grandes ausencias (Radio Futura, Alaska, Siniestro Total, Golpes Bajos, Manolo Tena…) imagino que por temas de derechos de autor, pero no deja para nada insatisfecho.

Sólo una queja que se hace extensible a cualquier producción. El precio de las entradas hace que cualquier espectáculo se haga inasequible para el público joven. Esto hace correr serio peligro a la industria teatral. Es imposible conseguir nuevas generaciones de espectadores que la sostengan con semejantes desembolsos (de 20 hasta 70 € cuestan las entradas). Desde Hoyenlacity invitamos a todos los agentes del espectáculo a sentarse para hacer una cultura teatral sostenible también en lo económico.

Escuela de calor

★★★★☆

Teatro:

Teatro Nuevo Apolo

Dirección:

Plaza Tirso de Molina, 1

Metro:

Tirso de Molina

ESPECTÁCULO FINALIZADO