Vecinos protagonistas para salvar los barrios trastero
Los ciudadanos de los barrios más desfavorecidos de Andalucía, integrados en la Asociación Barrios Ignorados, reclaman que se les tenga en cuenta para revertir la situación de injusticia social, precariedad y conflictividad de estos lugares. Los planes de la Administración, basados en inversiones económicas y lavado de las distintas zonas no dan resultado. Así lo constatan Rosario García desde el Polígono Sur de Sevilla y Manolo Díaz desde las Moreras en Córdoba
Rosario García tiene casi 70 años y vive en el Polígono Sur, la zona con diferencia más abandonada de Sevilla. Hoy un lugar que muchos asocian a delincuencia, pobreza, falta de educación y droga… Allí llegó en diciembre de 1982 y allí sigue a pesar de que sigue siendo un barrio marginado e ignorado. Desde entonces –35 años han pasado ya– trabaja por mejorar la vida allí donde vive y, pese a los pocos avances, no pierde la esperanza. Ella es de las que se implica; nada más llegar al barrio formó una coordinadora de entidades vecinales y luego, en 1997, creó la plataforma Nosotros También Somos Sevilla, que agrupa a entidades de todo tipo y cuño. Entre ellas, asociaciones de vecinos clásicas, otras que luchan contra las drogas o promueven la educación, así como entidades cristianas como la HOAC, la JOC o las parroquias. Esa plataforma se integra, a su vez, en el movimiento que en 2009 se bautizó como Barrios Ignorados, formado por las zonas más desfavorecidas de las grandes capitales andaluzas. Ahí está el Polígono Sur, «el trastero de Sevilla», explica a este semanario Rosario García. «Todo lo que no les sirve lo traen aquí», añade con indignación.
Manolo Díaz, vinculado al Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos, es el presidente de la Asociación Andaluza de Barrios Ignorados. Él trabaja en el de las Moreras en Córdoba y participó en el tercer Encuentro de Movimientos Populares el pasado mes de octubre en el Vaticano. Allí se encontró con el Papa Francisco. De ahí que siguiera con especial atención la cuarta edición celebrada el pasado fin de semana en California, en la que el Pontífice también se hizo presente con un mensaje: «De la participación protagónica de los pueblos y en gran medida de ustedes, los movimientos populares, depende cómo se resuelve esta crisis que se agudiza», les dijo Francisco.
Esto es lo que está haciendo en Andalucía la Asociación de Barrios Ignorados: «que los vecinos sean protagonistas, que se puedan organizar y cambiar su propia realidad. Los que trabajamos allí solo debemos acompañarlos y trabajar con ellos», dice Manolo Díaz a Alfa y Omega. El movimiento surgió de una reunión informal de gente comprometida por la justicia social en estas periferias: «Vimos que había una realidad que se repetía en todas las ciudades, que el diagnóstico de las causas y consecuencias eran las mismas, que en las Moreras de Córdoba existían los mismos problemas que en Palma Palmilla de Málaga…». Luego se instituyó la asociación para convertirse en interlocutor válido con las administraciones. Continuó el trabajo. Ahora son los propios vecinos los que analizan las carencias que detectan y realizan propuestas a la Administración, aunque tal y como reconoce Díaz, falta implicación, pues muchas personas no ven su futuro en el barrio y quieren abandonarlo en cuanto puedan.
Se juntan dos problemas en estos lugares: que las políticas de la Administración no funcionan por mucho dinero que inviertan y que mientras los vecinos no se impliquen las cosas no tienen visos de cambiar. «Mientras ellos no sean protagonistas y dejen a un lado la resignación, esto se podrá aguantar y amortiguar, pero seguirán condenados a ser pobres, a vivir la misma situación que sus padres y abuelos», apunta Manolo Díaz.
De las reflexiones y encuentros que han tenido en los últimos años han surgido una serie de propuestas que se agrupan en cuatro bloques: alimentación, educación, renta básica y empleo: «Necesitamos un plan de empleo de emergencia, pues la mayor parte de los ciudadanos que viven en estos barrios no tienen posibilidades de acceder a un trabajo y, en este sentido, son discapacitados sociales; también que se pongan en marcha bancos públicos de alimentos, aunque hay organizaciones como Cáritas que lo están haciendo muy bien; una renta básica; y un plan educativo para acabar con la exclusión, pero un plan adecuado, en el que se sientan estimulados, con propuestas de formación profesional».
Tanto Manolo Díaz como Rosario García tienen claro que los ayuntamientos y el Gobierno autonómico tienen que cambiar la dinámica en estos barrios porque no se ven resultados. Ven también falta de voluntad política.
En el barrio malagueño de Palma Palmilla está en marcha una experiencia única de participación ciudadana, el Proyecto Hogar, que pretende que la ciudadanía esté en el centro de las decisiones políticas, además de servir como coordinadora de asociaciones. Este plan se integró en 2011 en la plataforma de Barrios Ignorados, de la que es delegada en Málaga Rafi Villera. Una de las actividades estrella y que incluso ha sido premiada es la radio Onda Color, en la que participan más de 20 entidades sociales y en la que se busca «dar voz a la ciudadanía». «Se trata de que los vecinos sean partícipes de su realidad y digan cómo quieren hacer las cosas. Pasamos de la lógica de la casa a la del bloque y, finalmente, a la del barrio», añade Villera.
Para transformar la realidad social hacen falta dos premisas: el conocimiento y la formación. Estos son los pilares de Conocer para Actuar, una propuesta de RAIS Fundación que, a instancias de la Junta de Andalucía, se ha acercado a la realidad de las personas sin hogar en las principales ciudades andaluzas. Se trataba de recoger datos sobre esta cuestión para luego pensar en estrategias de acción, pero con una novedad: la implicación de la ciudadanía. Así, entre enero y febrero, unos 700 ciudadanos voluntarios salieron a las calles de las ocho capitales de la comunidad, entre las nueve de la noche y la una de la madrugada, para conocer a las personas sin hogar, «las que a menudo pasan por invisibles a los ojos del resto de ciudadanos», explican desde RAIS Fundación.
Durante esas cuatro horas, los voluntarios, que recibieron formación previa, recogieron los datos e hicieron pequeñas entrevistas a las personas que viven en esta situación, una información que ahora será estudiada y servirán para «aportar soluciones al sinhogarismo».