Una gran propuesta del Señor
El sábado pasado, el Seminario Conciliar de Madrid celebró la clausura del I centenario de su actual edificio en el madrileño barrio de las Vistillas. En ella, un seminarista dio el siguiente testimonio vocacional, en torno al tema Mi futuro como sacerdote:
Éste podría ser el testimonio de cualquiera de los que vivimos en esta casa. Ante la cuestión Mi futuro como sacerdote, me vienen a la mente varias palabras: dudas, miedo, pecado. ¿Es posible construir un futuro sobre esto?
Yo no quería ser cura. A los 15 ó 16 años, yo pensaba: ¿Sacerdote? Ni de broma. A mí no me importaba nada, ni amigos, ni padres, ni Dios, porque, en realidad, no me importaba a mí mismo. «Lo que el mundo necesita son ingenieros santos», le respondí a un sacerdote que me planteó la vocación. Hace siete años entré en los Cursillos de cristiandad, disfrutaba de la deliciosa vida de la Iglesia, y tenía mis respuestas muy claras. De repente, perdí pie en un océano de dudas, de miedo y de asombro. Se trataba de dar una respuesta al Señor, ante una gran propuesta del Señor. Me di cuenta de que todo es gracia. El Señor es capaz de ofrecer gestos, ideas y palabras para que se vayan convirtiendo, poco a poco, en tus respuestas.
No he sido yo, Señor, sino tu Iglesia, la que me ha enseñado a decir que Sí. Lo mejor que uno puede hacer cuando se pone en medio de Ti y de tu Iglesia, es no estorbar. No he sido yo, ha sido tu hijo José María García Lahiguera, de quien aprendí: Ten fe en tu sacerdocio. No he sido yo, ha sido un sacerdote de tu Iglesia el que me dijo un día: «Hoy un cura viejo te llama hermano, Jaime». No soy yo, sino Tú, que no eliges a los capaces, sino que capacitas a los que eliges.
¿Qué diré de mi futuro como sacerdote? Lo único honrado que puedo decir es que no tengo futuro como sacerdote, pero fiat. Hoy celebramos cien años de bendiciones; es una impresionante lona por la que hoy paso por debajo. Hoy puedo decir que el Seminario está especializado en futuro. Porque el futuro es Cristo. Mi único futuro es Cristo. ¿A dónde iría yo, si sólo Él tiene palabras de vida eterna? Sigan rezando por mí.
Jaime López Peñalba
La clausura del centenario del actual edificio del Seminario Conciliar de Madrid contó también con una mesa redonda en torno al tema ¿Por qué necesitamos sacerdotes? Moderado por Javier Alonso Sandoica, intervinieron la periodista Cristina López Schlichting, el portavoz de educación del Partido Popular en el Congreso, Eugenio Nasarre, y Juan Ignacio Lamata y su esposa Teresa, padres de un seminarista y de un sacerdote. La presentadora de La Tarde con Cristina, de la COPE, hizo balance de «los sacerdotes que han ido cambiando mi vida al cabo de los años. Ellos han hecho que pensase mi vida de forma diferente. Vivir sin ser católico es una tristeza, y es el sacerdote el que constituye la carne de la vinculación con el obispo y con Cristo en estos 2.000 años de vida de la Iglesia. Con ellos, el Sacramento es posible. Son importantes para nuestra realización como personas». El matrimonio Lamata afirmó que «no hay comunidad sin pastor, por eso los sacerdotes son necesarios, para que la comunidad esté viva y pueda celebrar la Eucaristía. La vocación es puro misterio. De repente, un día nuestros hijos se dejaron usar como un instrumento para hacer algo que ellos nunca habrían podido hacer solos: traer a Cristo entre nosotros. Cristo es el único que te sujeta a este mundo tristón y vacío. La Buena Noticia es arrolladora. ¿Cómo tener miedo? Estamos en buenas manos. Muchas veces pensamos que nosotros tenemos o no tenemos que hacer, pero en Sus manos las cosas van bien».
Don Eugenio Nasarre se centró en una postura extendida en nuestros días, el Creo, pero no practico: «Es la cuestión de hoy, pero sin práctica no hay fe. Paul Johnson habla de la alegría y la libertad que te proporciona el ser católico. Por so se necesitan sacerdotes. Somos una familia con forma y estructura, en la que cada uno tiene un papel distinto. Nos es esencial a los demás que algunos digan que sí al Señor. Necesitamos un marco favorable de encuentro, oración y liturgia, y para eso son necesarios los sacerdotes».