En una hora y media, tres actores en una única escena nos pueden transmitir muchos mensajes. Atrapados, en el Teatro Alfil, discurre con un gran ritmo, y el tiempo vuela entre las historias que se van desgranando con el único efecto escenográfico de un elemental juego de luces y cambios supersónicos de vestuario entre escaso atrezzo… Y es que, en realidad, casi todo sobra, porque los tres actores, sus interpretaciones, dobles y hasta triples, y sus múltiples escenas e historias entrelazadas, lo llenan todo. Al final, todo nos encaja a la perfección y cuando, tras un momento de incertidumbre (porque el final es mejorable y podría rematarse visualmente más claramente), nos damos cuenta de que la obra ha terminado y comienzan los aplausos, nos quedamos con el sabor de haber asistido a una obra de teatro con esencia de cine de acción estadounidense, pero con mucho contenido, temas muy españoles y de gran actualidad.
Atrapados es una obra escrita y dirigida por Alejandro Melero e interpretada por actores populares por sus papeles en series de televisión. La actriz Eva Isanta (conocida por la serie La que se avecina), Mauricio Bautista (Gran Hotel) y Víctor Palmero (Con el culo al aire) dan vida, respectivamente, a Rosa, Eduardo y Adolfo, quienes, tras la llegada de un hombre armado al banco en el que trabajan, se encierran en la cámara acorazada de éste, a la espera de que todo se calme y poder salir. Y no comprenderemos bien por qué ese empeño de Eduardo, el director del banco, en buscar unos documentos y seleccionar aquellos marcados como ejecuciones hasta el fatal desenlace final de la obra.
Y mientras el tiempo pasa en esa suerte de búnker protector, se van sucediendo varias historias paralelas que nos hablan de las pesadillas de Eduardo; la doble vida y orientación sexual de Adolfo, el chico de los recados del banco; o los secretos sentimientos románticos de Rosa, la recién llegada al banco como responsable de recursos humanos. Pero en Atrapados encontramos, además, otras muchas situaciones con las que podemos conectar y que nos recuerdan con amargura, aunque no sin cierta esperanza final, que todos podemos quedarnos atrapados. Temas como la soledad de una mujer que, rodeada de amigos homosexuales, en un ambiente laboral gay (quizá excesivamente presente en la obra), no logra olvidar un antiguo amor en el que se quedó atrapada y no encuentra el cariño que necesita, y decide llamar a un gigoló con el que acaba haciendo amistad. O temas como el riesgo de quedarnos atrapados en la vida laboral y abandonar nuestros ideales para convertirnos en seres despóticos, adictos al trabajo o dobles de Mario Conde en su peor versión carcelaria. Y, por supuesto, temas como las malditas hipotecas envenenadas, que son parte, y a la vez, en cierto modo, origen y consecuencia de la actual crisis que vivimos, y que han acabado con los sueños, e incluso vidas, de tantas personas, que han quedado atrapadas en ellas. Recordándonos, en su dramático final, que el peligro reside, precisamente, en quedarnos atrapados y no ver más salida.
★★★☆☆
Teatro Alfil
Calle Pez, 10
Tribunal, Callao
OBRA FINALIZADA