Mi madre siempre decía que si los españoles hubiéramos sido tan espabilados en los negocios como los italianos, seguro que hoy se comería empanada gallega y no pizza, en todo el mundo —mucho más sabrosa y completa, tal y como decía ella—. Pues con la Zarzuela nos pasa un poco igual. Parece como si estuviera claro que la Ópera es un gran género musical, indiscutiblemente bello y propio de gustos refinados, y que la Zarzuela fuera un género un poco inferior, más ordinario, menos serio. ¿Será quizá porque las escuchamos en nuestro idioma y las historias son de la vida cotidiana española? ¡Pero si hasta nosotros mismos le llamamos directamente género chico! —aunque propiamente género chico sean sólo las zarzuelas de un único acto—.
Por eso es tan necesario que haya obras como Aires de Zarzuela que con una sencilla puesta en escena —incluso demasiado sencilla, quizá por estos tiempos de crisis que vivimos— ofrece de una manera entretenida, algunos de los pasajes más conocidos de las mejores obras de los más reconocidos compositores del género del siglo XIX y XX: Chapí, Chueca, Barbieri, Bretón, Vives, Sorozábal… Durante hora y media que se hace muy corta, las sopranos María Rodríguez, Sonia De Munck —Elisandra Melián—, un soberbio tenor Julio Morales y el barítono Antonio Torres, acompañados tan sólo del piano de Celsa Tamayo, nos ofrecen sin profundizar en ninguna de ellas, una cuidada selección de obras tan conocidas como La Revoltosa, Agua, azucarillos y aguardiente, La del manojo de rosas, Doña Francisquita, El dúo de la africana, La boda de Luis Alonso o El barberillo de Lavapiés.
Y por si los momentos cantados no nos llenaran ya suficiente, la genialidad de este género netamente español, queda aún más plasmada en los dos pasajes estrictamente instrumentales, los intermedios de La boda de Luis Alonso y La leyenda del beso, que son interpretados de manera genial por los bailarines Cristina Arias y Francis Guerrero.
Francamente, Aires de Zarzuela es como un aperitivo de nuestra mejor música que nos deja con ganas de más y a una le quedan ganas de zamparse completas todas esas obras maravillosas, para poder meterse de lleno en cada una de las historias que estas Zarzuelas cuentan y cantan: amores de los de antes, historias de una España diferente y no tan diferente, picaresca, cortejos, duelos, tradiciones, humor… y ese Madrid tan auténtico y castizo que sale retratado en muchísimas de ellas. Lo peor -tenía que haber algo-, sin duda, son las proyecciones de fondo de escenario, que empiezan por bonitas imágenes del antiguo Madrid, pasan por unos paisajes propios del escritorio Windows y terminan con unas ridículas e inquietantes velas digitales recortadas que flotan en la pantalla. Quizá sea debido a la crisis -sí, sé que ya lo he dicho-. Pero nada nos distrae de lo verdaderamente importante aquí: la música, la Zarzuela, nuestra querida Zarzuela.
★★★★☆
Teatro Fernán Gómez
Plaza de Colón, 4
Colón
OBRA FINALIZADA