Secularización: preocupación y oportunidad
El «desplome» de la práctica religiosa es para los obispos el gran reto de la Iglesia para los próximos años. La transmisión de la fe y una nueva forma de presencia minoritaria, misericordiosa y esperanzadora en medio de la sociedad son las claves revertir la situación que, según los expertos, aún «no ha tocado fondo»
Hace poco más de un mes, el secretario general de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Luis Argüello, hacía, en un desayuno informativo, una reflexión que quedó silenciada por temas de actualidad como la exhumación de Franco, los abusos en la Iglesia, la situación en Cataluña o los CIE: la preocupación de los obispos por la secularización en España. El también obispo auxiliar de Valladolid dijo que los católicos son hoy «una minoría cultural», afirmación que sostuvo con el descenso de matrimonios católicos, que han pasado del 80 % al 20 % en pocos años. Cifras que, continuó, es «probable que adelgacen» todavía más con el paso del tiempo.
Las palabras de Argüello recordaron, por su contundencia, a las que había pronunciado el cardenal Ricardo Blázquez, presidente de la CEE, cuando en la Asamblea Plenaria de abril de 2018 habló de la «penuria» que padece la Iglesia en materia de vocaciones al sacerdocio. «Si hace varios decenios la abundancia era extraordinaria, actualmente la escasez es también extraordinaria», dijo entonces.
Del mismo modo, hace pocos días, en un lugar tan señalado con el cerro de los Ángeles y durante la renovación de la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús, el obispo de Getafe, Ginés García Beltrán, analizó el descenso de la religiosidad en nuestro país: «En estos 100 años han cambiado muchas cosas, tanto en el terreno social, político y cultural. 1919 fue un año de crisis en España, pero como en algún momento puede ser ahora, pero no cabe duda que también la sociedad era más religiosa de lo que es ahora. Hoy vivimos en un mundo más plural y en tantos casos más complejo. Por lo tanto, creo que sí ha cambiado; el fenómeno de secularización es ahora mucho más fuerte».
La secularización es hoy una preocupación generalizada entre los obispos, aunque, según fuentes episcopales, hay unos más receptivos que otros a este problema. Esto es, algunos no creen que el problema sea tan grave.
Los datos son reveladores. Si bien es cierto que los españoles que se dicen católicos siguen siendo una gran mayoría, también lo es que el nivel de práctica religiosa entre estos ha caído en picado según datos del CIS. Si en 1977 la mitad de la población era católica practicante, hoy la cifra de los que van a la Eucaristía alguna vez al mes representa el 15 %, según cifras de la última encuesta del CIS. Por el camino se han producido dos caídas acusadas entre 1985 y 1995 (del 42,3 % al 34,4 %) y entre 2005 y 2015 (del 24,2 % al 17,1 %).
Uno de los indicadores más relevantes de este desplome de la práctica religiosa es el de los matrimonios católicos, cuya cifra absoluta y porcentaje con respecto al total de matrimonios no ha dejado de decrecer. Si en 1975, todas las parejas se casaban por la Iglesia, 35 años después, en 2010, lo hacía el 41,8 %. Según las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadística, publicadas en junio, las bodas católicas representan el 23,1 % del total.
Algo parecido viene sucediendo con los bautizos. En 2008, este sacramento de la iniciación cristiana fue conferido a más de 335.000 niños, mientras que en 2017 lo recibieron poco más de 214.000. Si bien es cierto que en estas cifras influye el descenso de la natalidad, también lo es que muchos padres ya no bautizan a sus hijos.
Cabe destacar en este campo de la práctica sacramental que las Primeras Comuniones se mantienen más o menos estables, con una ligera bajada, mientras que la Confirmaciones han mantenido un tendencia ascendente en la última década.
Agentes de pastoral
Los descensos también afectan a las personas que entregan su vida a Dios y al prójimo a través del ministerio sacerdotal, la vocación religiosa o la misión. Según cifras de CONFER, la vida religiosa de nuestro país ha perdido más de 10.000 efectivos en los últimos once años, pasando de 51.245 en 2007 a 41.184 en 2017. Por su parte, los sacerdotes decrecen en 3.000, de 20.700 a 17.754, del mismo modo que los misioneros, que han pasado de 17.000 a 11.018, casi 6.000 menos. Estas cifras chocan con el aumento paulatino de catequistas, tal y como muestra la Memoria de la Iglesia en España que publica cada año la Conferencia Episcopal o con el crecimiento de voluntarios de Cáritas.
En materia educativa también se ven las consecuencias de la secularización. En este campo, la Iglesia sigue realizando un gran servicio a través de la escuela católica concertada, pero el peso de la asignatura de Religión cae paulatinamente. Si en el curso 96-97, un 80,4 % de los alumnos elegía la enseñanza religiosa escolar, este curso que acaba de terminar lo hizo un 61,9 %. En la escuela pública la caída es todavía más acusada, pues en los 22 años del periodo citado ha pasado de ser elegida por el 75 % al 50 %.
Miguel Ángel Jiménez es director del Secretariado para el Sostenimiento de la Iglesia de la Conferencia Episcopal. Por las distintas campañas que su departamento realiza, conoce muy bien los movimientos sociales y el entorno social. En su opinión, la secularización es uno de los retos más importantes de la Iglesia para los próximos años. En declaraciones a Alfa y Omega, huye de los análisis catastrofistas y del pesimismo a pesar de las cifras: «El diagnóstico que tenemos no es desesperanzador. Somos conscientes de que en buena medida estamos ante una sociedad increyente, pero que no es ajena a la presencia de Dios en lo profundo del corazón que tenemos que recuperar no nosotros, sino Dios. La misión de la Iglesia es de esperanza, de estar muy presente ante aquellos que necesitan de ella, de recuperar el sentido de la existencia. Tenemos que estar allí donde se nos necesita».
Reconoce que hay preocupación porque «la secularización significa que hay muchas personas sin conocer a Cristo», pero apunta que también es una oportunidad, pues esta situación es «una llamada a trabajar más y a rezar más». Y continúa: «Cada dato o situación negativa se convierte en un comienzo, en algo que cambiar trabajando, anunciando. Jesús obra a partir de situaciones negativas que Él recompone».
En su opinión, las causas de la secularización tiene que ver con el olvido de que la vida cristiana tiene una orientación a la santidad: «Hemos rebajado y diluido al identidad de la vida cristiana en una bondad sin forma –ser buenas personas–. Así se ha concebido ser cristiano sin sacramentos y sin vida cristiana apenas perceptible».
Para Javier Elzo, reputado sociólogo y catedrático emérito de Deusto, la secularización en España «no ha tocado fondo», como sí lo ha hecho en algunos aspectos en Francia. Elzo comenta una conclusión significativa de la 5ª oleada de la Encuesta Europea de Valores, que en España realiza la Universidad de Deusto y que se publicará próximamente: ha descendido el número de personas que se dicen católicas, pero no el número de personas que se definen como cristianos en general. El mismo estudio confirma la bajada de la práctica religiosa, pero observa que crece la práctica religiosa circunstancial, esto es, peregrinaciones, visitas a santuarios, fiestas locales…
Por su experiencia personal, señala que ya están cediendo terreno incluso los funerales, que define como «el último bastión», pues en su entorno ya hay gente «que no hacen nada, ni civil ni religioso». «Los ritos de paso están desapareciendo», apunta.
Las soluciones
Ante esta situación, la CEE está proponiendo procesos más que grandes respuestas y, en este sentido, el laicado va a ser fundamental. Se puede ver con el impulso que en los últimos años está dando a la Acción Católica, donde los fieles de las parroquias puedan crecer en la fe y recibir una formación sólida; con el relanzamiento de las semanas sociales; o con la celebración de un Congreso Nacional de Laicos el próximo año. Luis Argüello ha dicho que se trata «de dar un pequeño impulso, un pequeño paso» y continúa: «Insisto en lo pequeño, pero ojalá se un paso dentro de un proceso y no solo un evento para ayudar a tomar conciencia de lo que significa la vocación delos laicos, su identidad y su espiritualidad propia».
En su opinión hay dos retos dentro de la secularización: la transmisión de la fe a las nuevas generaciones y el ser «una minoría cultural» que ayude «a experimentar la misericordia, la esperanza…».
Según explica el sociólogo Javier Elzo, son varias las maneras de responder al desafío de la secularización en función de dónde se ponga el acento. El primer tipo de respuesta sería la «patrimonial», es decir, «la vuelta a lo de siempre, a las Misas de antes, al devocionario y a la religiosidad popular». El segundo tiene que ver con el fenómeno de las peregrinaciones, cuando se producen conversiones. «Es un modelo de religiosidad que crece a trompicones en torno a acontecimientos concretos», añade. Elzo define el tercer modo de hacer frente al descenso de la práctica religiosa como «contracultural», que vincula con propuestas que han surgido en los últimos tiempos como La opción benedictina.
El último, y el que él mismo defiende, es el modelo participativo: «Los cristianos, desde nuestra singularidad, tenemos que trabajar con el resto de la sociedad por un mundo más humano y más justo».