Sacudido por este discurso - Alfa y Omega

Sacudido por este discurso

Pedro J Rabadán
Foto: AFP Photo/Mandel Ngan

«Estamos aquí porque mi hija no tiene voz. Fue asesinada la semana pasada, nos la han arrebatado, la dispararon nueve veces en la tercera planta. Como país, hemos fallado a nuestros hijos». Quien pronuncia estas palabras es Andrew Pollack, padre de familia. Ha perdido a su hija de 18 años en el tiroteo es una escuela de Packland (Florida), una de los 17 muertos en la última masacre en un instituto estadounidense. Así comenzaba su intervención en el encuentro que mantuvo el presidente Donald Trump con familiares y supervivientes. Se acababa de levantar, en la última fila, flanqueado por sus otros tres hijos. En su solapa, la bandera nacional. Agarró el micrófono y con seguridad pronunció esas tres frases con las que acaparó toda la atención. Los presentes se giraban para ver de quién era esa voz potente. Uno de sus hijos, el de la izquierda, le puso entonces la mano en el hombro como gesto de consuelo, sabedor del dolor que siente su progenitor. Quizás pensaba que se podía derrumbar al hablar de su pequeña Meadow, pero inmediatamente se dio cuenta de que el padre no vacilaba, la voz no solo no se entrecortaba sino que iba ganando en autoridad a cada palabra que decía, y cómo iba sacando del corazón desgarrado un discurso que ya ha dado la vuelta al mundo.

«Vamos al aeropuerto y no podemos subir al avión con una botella de agua. Pero dejamos que algún animal pueda caminar por una escuela y disparar a nuestros niños. Esto no está bien. Tenemos que unirnos como país y trabajar en lo que es importante, y eso es proteger a nuestros hijos en las escuelas». Donald Trump había enmudecido. Apretaba los labios y miraba a ese padre que no se descomponía. En las manos del presidente, una nota de sus asesores –captada por las cámaras– le recordaba que debía mostrarse empático con las víctimas, decirles que las comprendía… Pero no podía hablar. El alegato del señor Pollack iba más allá del debate sobre las armas y daba de lleno en el corazón de cualquier padre o madre al recordar algo tan básico como que nuestros hijos son lo más importante. Su tono seguía subiendo, pero la furia no le hizo salirse de sus cabales. «El 11S pasó una vez y lo solucionaron todo. ¿Cuántas escuelas y niños tienen que ser tiroteados? Esto termina aquí, con esta Administración y conmigo».

Ante ese caudal de sentido común, el que lo oye se siente sacudido, zarandeado, te hace moverte de la silla y te pone en la tesitura de qué harías si esa niña asesinada fuera tuya. La respuesta del presidente sorprendió a todos. Defendió que grupos de profesores, con un entrenamiento especial, puedan ir armados a los colegios para actuar en caso de que alguien intente de nuevo una matanza. ¿Qué habrá pensado ese padre al escucharlo?