Ruby Sparks y El ladrón de palabras. Los laberintos del novelista - Alfa y Omega

Ruby Sparks y El ladrón de palabras. Los laberintos del novelista

Se estrenan Ruby Sparks y El ladrón de palabras, dos películas sobre el siempre complejo proceso de creación literaria. Las cintas se asoman al mundo del novelista y su trabajo en tiempos de crisis existencial y moral como los actuales. En Ruby Sparks, se aborda la tentación del narcisismo, tan presente en el mundo creativo; en El ladrón de palabras, se toca la cuestión del éxito a toda costa, incluso recurriendo al plagio

Juan Orellana
Fotograma de Ruby Sparks: Calvin, en uno de los encuentros con su musa inexistente.

Ruby Sparks

Jonathan Dayton y Valerie Faris son un matrimonio de directores de vídeos musicales que debutaron en el largometraje con Pequeña Miss Sunshine, ganadora de dos premios Oscar. Ahora vuelven con otra historia de tono surrealista y con una estética muy personal, que de nuevo pone el dedo en la llaga en asuntos de calado y actualidad.

El argumento arranca con un escritor, Calvin Weir-Fields (Paul Dano), que tras su primera novela de éxito no consigue encontrar inspiración. Un día, ayudado de su psicoanalista, encuentra su musa en una mujer inexistente, pero que aparece en sus sueños. Se entusiasma con esta joven onírica, a la que bautiza como Ruby, y empieza a escribir sobre ella en un arrebato de creatividad. Pero un día ocurre lo imposible: Ruby aparece en su casa. Calvin, tras comprobar que no se ha vuelto loco y que Ruby es real, empieza a darse cuenta de que su musa hace exactamente lo que él ha escrito sobre ella. Algo fascinante, que en seguida se revelará tremendamente insatisfactorio.

Ha habido ya otras películas que han tratado de argumentos parecidos: Como Dios, en la que el protagonista podía hacer que las cosas sucedieran a su antojo; Más extraño que la ficción, en la que Harold descubre que él es el personaje de una novela que está escribiendo una literata; o Lars y una chica de verdad, en la que Lars inicia una relación delirante con una muñeca de goma. En este caso, lo más interesante que propone Ruby Sparks es su reflexión sobre la superación del narcisismo.

Calvin es un escritor que vive para sí mismo. No tiene amigos, sólo un perro, su guapa novia Lili le abandonó porque Calvin sólo se interesaba por sí mismo, y va al psicoanalista para recrearse en su propio mundo interior. Ruby aparece en su vida como la persona que le puede amar, alabar, acompañar, y, sobre todo,… a la que puede manejar a su antojo. Pero cuando esto se lleva hasta el final, se pone de manifiesto que ese camino narcisista sólo conduce a la autodestrucción y a la infelicidad. Él va comprendiendo que la apertura al otro no es una mera posibilidad, sino que es una necesidad radical. Apertura que implica una falta de control absoluta sobre la libertad, la voluntad y los afectos del otro. Sólo cuando se da ese paso vertiginoso de aceptar la diferencia, comienza una posibilidad real de crecimiento personal, de creatividad verdadera y de madurez.

Esta interesante película está protagonizada por Paul Dano (al que vimos en Looper) y Zoe Kazan (nieta de Elia Kazan), la cual es además la autora del guión. Entre los secundarios, destacan Annette Bening y Antonio Banderas.

Ruby Sparks
Director:

Jonathan Dayton, Valerie Faris

País:

Estados Unidos

Año:

2012

Género:

Romance

Público:

+7 años

El ladrón de palabras

Jeremy Irons, en un fotograma de El ladrón de palabras.

Brian Klugman y Lee Sternthal escriben, dirigen y actúan en esta película, que es una bien llevada historia de tramas matrioska, es decir, unas dentro de otras. Rory es un escritor sin éxito que encuentra por casualidad una novela manuscrita, que hace suya y la publica fraudulentamente con su nombre, alcanzando un éxito impensable. Éste es el argumento del libro Words, que Clay Hammond (Dennis Quaid), un famoso escritor, está presentando a la prensa de Nueva York. Aún hay un tercer nivel narrativo, en el que el verdadero autor del manuscrito cuenta las peripecias vitales que le llevaron a escribir su novela.

Este encaje de bolillos, bien trabado, gira en torno a dos cuestiones: la conciencia de culpa ante el plagio, y la creación literaria. Con un final abierto, parece imponerse la honestidad como fórmula imprescindible para ser uno mismo y escribir algo que merezca la pena. Aunque nada en el film es demasiado original, la cinta es muy correcta, con una medida puesta en escena y unos solventes actores, encabezados por un Jeremy Irons —quizá excesivamente maquillado—, Dennis Quaid, Zoe Saldaña y Bradley Cooper, entre otros.

El ladrón de palabras
Director:

Brian Klugman, Lee Sternthal

País:

Estados Unidos

Año:

2012

Género:

Drama

Público:

Todos los públicos