Un viaje interactivo por los 850 años de Notre Dame - Alfa y Omega

Un viaje interactivo por los 850 años de Notre Dame

El espacio CentroCentro acoge una muestra que trae a Madrid la catedral de París y, con ella, hechos históricos y una visión de la vida impregnada por lo sagrado

Ricardo Ruiz de la Serna
A través de la tableta HistoPad el visitante puede revivir la coronación de Napoleón Bonaparte
A través de la tableta HistoPad el visitante puede revivir la coronación de Napoleón Bonaparte. Foto: Histovery.

La catedral de Notre Dame de París —me pongo en pie para nombrarla— ha venido a visitarnos a Madrid y en CentroCentro, el espacio cultural del Ayuntamiento de Madrid sito en el antiguo Palacio de Comunicaciones, la han acogido como se merece. Con el título Notre-Dame de París. La exposición aumentada, abre sus puertas una muestra interactiva dedicada a la historia de la gran catedral parisina, que espera reabrir sus puertas en diciembre de este año.

Gracias a HistoPad™, una tableta portátil con pantalla táctil con la que se escanean 21 puertas del tiempo que permiten una inmersión de realidad aumentada en 360° por 850 años de historia, se ofrece al visitante un recorrido por la historia de esta joya del gótico francés desde su fundación en el siglo XII, pasando por sus 850 magníficos años de historia, hasta su restauración después del trágico incendio de 2019. La tecnología permite este viaje a través del tiempo, acompañado por la música que suena en la penumbra de las salas. Mediante la visita aumentada que permite la tableta, se revoluciona la experiencia del visitante a través de reconstrucciones inmersivas y la manipulación interactiva de contenidos.

Así, el visitante puede asistir a la reconstrucción de la fastuosa boda del rey Enrique IV de Francia, a la coronación de Napoleón Bonaparte como emperador de los franceses y a la construcción en el siglo XIX de la emblemática aguja de Notre Dame, obra de Viollet-le-Duc, destruida por el incendio. La exposición brinda al visitante una experiencia multisensorial. Pueden escucharse, entre otras cosas, audios del órgano de la catedral y del tañido de las campanas, admirarse una réplica a tamaño real de una de las famosas estatuas de quimera de la estructura y verse una proyección de los icónicos rosetones que sobrevivieron al devastador incendio.

Así, esta exposición es un buen ejemplo de cómo la tecnología digital puede enriquecer la experiencia del arte y el aprendizaje de la historia. Las reconstrucciones que uno ve en la tableta se han realizado en colaboración con un comité científico de expertos en aras del rigor histórico de la muestra. La tecnología del dispositivo es accesible para visitantes de todas las edades y no se precisan habilidades tecnológicas. Las narraciones están en 13 idiomas y se complementan con un juego de búsqueda virtual del tesoro para niños. Fruto de la colaboración entre la empresa Histovery y el Ente Público Encargado de la Conservación y Restauración de Notre Dame de París y gracias al patrocinio exclusivo de L’Oreal, se abren a los visitantes los más de ocho siglos de historia de este tesoro del arte universal. Además de las reconstrucciones de las escenas, reviste especial interés la posibilidad de apreciar los detalles artísticos de las vidrieras y de los elementos constructivos.

Recreación de las obras en la catedral
Recreación de las obras en la catedral. Foto: Histovery.

Mientras caminaba por las salas de la exposición, recordaba la descripción de la sociedad que el gran humanista neerlandés Huizinga hacía en El otoño de la Edad Media (Alianza, 1994): «Cuando el mundo era medio milenio más joven, tenían todos los sucesos formas externas mucho más pronunciadas que ahora. Entre el dolor y la alegría, entre la desgracia y la dicha, parecía la distancia mayor de lo que nos parece a nosotros». Imagine, pues, el visitante cómo verían los habitantes de aquel París medieval los fastos de la boda del rey o la consagración de una catedral llamada a ser el centro de la vida urbana.

Así, voy paseando mientras ante mí se alzan los muros elevadísimos y las vidrieras luminosas. Hay gente, pero no nos estorbamos. Me siento un momento. Recuerdo las palabras de Benedicto XVI en una catequesis de noviembre de 2009: «Las catedrales góticas mostraban una síntesis de fe y de arte expresada con armonía mediante el lenguaje universal y fascinante de la belleza, que todavía hoy suscita asombro».

Sí, eso es. He aquí lo que nos falta en nuestro tiempo. Esa visión de la vida impregnada por lo sagrado. Esto es lo que nos separa de la percepción de aquellos hombres que veían ante sí esta oración hecha piedra, vidrio y luz. La catedral, como toda iglesia, era hogar de una comunidad de creyentes. Sigue Benedicto XVI a propósito de la catedral gótica: «La escultura gótica hizo de las catedrales una “Biblia de piedra”, representando los episodios del Evangelio e ilustrando los contenidos del año litúrgico, desde la Navidad hasta la glorificación del Señor». Fuera de aquí, a pocos metros, hay mucha, muchísima gente que no conoce a Cristo muerto y resucitado. Veo las vidrieras radiantes. «En él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la recibieron».

Salgo de esta exposición sumido en un silencio agradecido. No se la pierdan.