«Repetir machaconamente que hay recuperación no hace que ésta llegue a la vida de la gente»
Mirar el pasado, luchar el presente, construir el futuro ha sido el lema del Comunicado de la HOAC para la fiesta del 1 de Mayo. ¿Cuál es nuestro presente a nivel laboral?
Entramos de lleno en el núcleo del comunicado presente y futuro’ Cifras, estadísticas y situaciones personales que se amontonan y reflejan este presente. No vivimos tiempos de recuperación laboral y social en nuestro país cuando:
- Hay más de 12 millones de pobres, mientras que la riqueza de los más ricos sigue aumentando.
- Persisten tasas de desempleo superiores al 23 %, y la precariedad laboral es cada vez mayor.
- El 90 % de los empleos creados en los últimos años son temporales, y muchos a tiempo parcial
- Los trabajadores pobres superan ya el 12 % del conjunto de los trabajadores, una realidad sangrante.
- Hay 1.600.000 familias, ninguno de su miembros tiene empleo y más de 700.000 no tienen ningún ingreso.
- Más de la mitad de los desempleados (55,71 %) ya no cobra ningún tipo de prestación.
- Los desahucios siguen siendo una lacra para tantas familias arruinadas. Según el INE, fueron 184 desahucios al día en 2013, y se incrementaron un 7,8 % en 2014.
- Y luego la situación de los jóvenes, más de la mitad están en desempleo, muchos abocados a la emigración forzosa, ocupando puestos de cualificación inferior a su nivel de estudios…
Ante estas cifras y ante esta situación, que no nos deja indiferentes, ¿Cómo construir un futuro distinto?
Tendría que ser promoviendo, en el mundo obrero y del trabajo, políticas que recuperen el sentido humano del trabajo; que promuevan el trabajo digno; que pongan sus objetivos en erradicar la pobreza y la desigualdad y fomenten una participación ciudadana real; que defiendan los derechos sociales como un deber de justicia y que esas políticas defiendan la vida en todas sus etapas.
¿Vivimos tiempos de recuperación laboral y social o son sólo brindis al sol?
Esa recuperación no pasa a ser verdad por más que se repita machaconamente. Estamos en un fin de ciclo político y lo que interesa es hacer ver que hemos entrado en una etapa de recuperación. El que algunas cifras macroeconómicas, de manera coyuntural y casi siempre con influencia de factores externos, parezcan repuntar no significa que haya una mejoría real de la vida de la gente. La situación es difícil y lo estamos notando en el día a día.
Esta crisis ha dejado y está dejando demasiadas víctimas por el camino… ¿Se ha visto también herida la dignidad de los trabajadores?
Lo cierto es que cada víctima de esta política económica nacional e internacional es un atentado contra la dignidad de la persona del trabajador. Se están viviendo situaciones de extremo dolor no solo físico, ligado a las carencias materiales (el comer, el vestir…), sino también un dolor moral o psicológico, con lo que implica de angustia, de depresión, de desestructuración familiar… Ambos afectan a la dignidad de la persona.
Desde luego, para un católico, y desde la doctrina Social de la Iglesia, la dignidad de las personas, trabajadoras y trabajadores, ha de estar siempre en el centro y ser un fin, que no un instrumento de cualquier política, económica, laboral, social… se ha subvertido la escala de valores «Cuando la vida social –también el trabajo– pone en el centro al dinero y no a la persona, negamos la primacía del ser humano sobre las cosas, negamos la primacía de Dios» (EG 55)
Y ante tanta miseria y tanto dolor… ¿No crees que el pecado más grave es el de la indiferencia?
Ciertamente, a veces, se da esa indiferencia en esta sociedad tan competitiva que hemos creado… en la que cada uno va lo suyo. Quizá sea también conveniente, para no caer en un pesimismo paralizante, valorar que hay muchas personas, grupos e instituciones que, como el buen samaritano acogen y cuidan al que está al borde del camino, así como los numerosísimos ejemplos de solidaridad, no solo en el seno de las familias, sino también entre vecinos de bloque, de calle, en las asociaciones. No hay más que ver el incremento del voluntariado y de las aportaciones en la propia Cáritas.
Acaba de publicarse la Instrucción Pastoral Iglesia servidora de los pobres, aprobada por los Obispo de la Conferencia Episcopal española. ¿Alguna valoración?
Sí que me gusta lo que trasmite: en este documento, los obispos quieren compartir, con los fieles y con quienes deseen escuchar su voz, su preocupación ante el sufrimiento generado por la grave crisis económica, social y moral que afecta a la sociedad española y su esperanza por el testimonio de tantos miembros de la Iglesia que han ofrecido lo mejor de sus vidas para atender a quienes más sufrían las consecuencias de la crisis.
Estructurada en cuatro partes, la Instrucción pastoral comienza analizando la situación social actual y los factores que están en su origen y lo explican. Seguidamente enumeran los principios de la Doctrina social de la Iglesia que iluminan la realidad y ofrecen su propuesta desde la fe.
Comunidad, Diócesis de Salamanca