Reconocimiento a la labor de los misioneros españoles. «Sólo he sido fiel a mi vocación»
La labor misionera de los españoles ha sido tradicionalmente reconocida también desde el ámbito civil. En los medios periodísticos se comenta la posible concesión de una distinción oficial al misionero salesiano español padre Miguel Ángel Ruiz, por el hecho de que su labor misionera redunda en beneficio de la nación española y favorece las relaciones de amistad y cooperación internacionales
La concesión de esta condecoración habría llegado, fundamentalmente, por la obra educativa que los salesianos llevan a cabo en Lahore. Desde su misión, el padre Miguel Ángel Ruiz nos ha comentado: Nadie creyó, hace 10 años, que en Pakistán sería posible crear una estructura educativa como ésta para atender las necesidades de los jóvenes, especialmente de los cristianos. Esta obra merece le pena ser cuidada, porque se ha convertido en un símbolo a nivel nacional y, en muchos aspectos, a nivel internacional. Dios nos ha guiado porque, mirando atrás, me parece imposible haber visto crecer y crecer todo esto…, hasta convertirse en el internado de jóvenes cristianos más grande del país, primer punto de referencia para todos los obispos y sacerdotes a la hora de ofrecer una casa que acoja, una escuela que enseñe y una Iglesia donde los jóvenes crezcan en la fe.
Yo, personalmente, no merezco ningún mérito. Sólo he sido fiel a mi vocación como sacerdote, salesiano y misionero, consciente de mi pertenencia a España, cuna de grandes santos y protagonista directa de grandes momentos de la Historia. Siempre he destacado en público mi nacionalidad española, consciente de que es un dato importante aquí, ya que el pakistaní ama a España -muchos tienen familia allí-. Por ponerlo más fácil, es como si, al ser español, uno se siente menos extranjero en su lucha diaria por estas tierras.
Lucha en la que la mayoría de las personas de este país me apoya, gracias a Dios. Quitando a los intolerantes -que los hay en todas partes, aunque a veces presuman de tolerancia-, siempre me he sentido apreciado por las clases dirigentes del país. He tenido la oportunidad de relacionarme con autoridades civiles, eclesiásticas y militares, y siempre me he encontrado con un respeto que no esperaba. Algún amigo musulmán me ha llegado a explicar que la gente educada aquí me admira por haber dejado un país hermoso como España y venir aquí, sacrificando tanto por vivir en una de las barriadas mas pobres de Lahore, entre los cristianos.
Soy consciente de lo difícil que es vivir en la pobreza o en la discriminacion social, pero también sé que, con fe, se lleva mucho mejor. Amo la Iglesia. Y es precisamente este amor, lo que me ha movido a dejarlo todo y anunciar el Evangelio a los que menos tienen, o jamás lo han oído. Lo que pasa es que este amor y este servicio a la Iglesia que hacemos los misioneros nace en la fe, y la fe es un don que no se puede imponer. Pero sí fortalecer. Por eso, afianzando a nuestra gente en la fe, les estamos dando más razones para vivir cada día. ¡Qué suerte tenemos los creyentes!

Testimonio para los jóvenes
Me gustaría que la eventual condecoración me la entregasen en nuestra casa de Lahore, en lugar de en la Embajada, en Islamabad, porque serviría de testimonio para nuestros jóvenes. Supondría, para mí, un desafío más que un premio, una responsabilidad y una obligación, más que un derecho.
Jamás oculto a los jóvenes lo dura que es la vida. De hecho, la auténtica vida empieza para ellos cuando se gradúan y han de enfrentarse a esta sociedad tan difícil. Hay que equiparles, hay que exigirles sin miedo porque, cuando a un joven se le exige y se le desafía, el joven da lo mejor de sí mismo.
Para lo malo, a los 16 años ya hay radicales que están dispuestos a suicidarse matando cuanta más gente mejor…; y para lo bueno, a esa edad nuestros jóvenes ya están convencidos de que merece la pena hasta morir antes que renunciar a nuestra fe como cristianos.
Ésta es mi misión en Pakistán: buscar, no sólo recibir, a esos jóvenes que se consideran fracasados escolares, o niños que no tienen opción de estudiar, para ofrecerles una plataforma educativa donde pueden rezar, jugar, aprender, vivir y formarse, y así tengan acceso a un futuro digno.
Miguel Ángel Ruiz