Pablo VI, seguidor también de san Agustín: Confesiones de un Papa
«Se puede afirmar que todo el pensamiento de la antigüedad confluye en la obra de san Agustín, y que de ella derivan corrientes de pensamiento que empapan toda la tradición doctrinal de los siglos posteriores»: son palabras del Papa Pablo VI, cuyos escritos personales están plagados de referencias a la obra del santo cuya fiesta acabamos de celebrar. Se acaba de publicar en Italia un volumen con apuntes hasta ahora inéditos del Papa Montini, en los que aparecen las siguientes citas de san Agustín:
No quieras derramarte fuera; entra dentro de ti mismo, porque en el hombre interior reside la verdad; y si hallares que tu naturaleza es mudable, trasciéndete a ti mismo (De la verdadera religión).
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Dos problemas le inquietan a la filosofía: uno concerniente al alma, el otro concerniente a Dios. El primero nos lleva al propio conocimiento, el segundo al conocimiento de nuestro origen. El propio conocimiento nos es más grato, el de Dios más caro; aquél nos hace dignos de la vida feliz, éste nos hace felices. El primero es para los aprendices, el segundo para los doctos (Sobre el orden).
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Bienaventurado el que te ama a Ti, Señor; y al amigo en Ti, y al enemigo por Ti, porque sólo no podrá perder al amigo quien tiene a todos por amigos en Aquel que no puede perderse (Confesiones).
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La vida feliz es gozo de la verdad, porque éste es gozo de Ti, que eres la Verdad (Confesiones).
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Dios, a quien ama todo lo que es capaz de amar, Padre de la Verdad, Padre de la Sabiduría y de la vida verdadera y suma, Padre de la bienaventuranza, Padre de lo bueno y hermoso. Padre de la luz inteligible, Padre, que sacudes nuestra modorra y nos iluminas (Soliloquios).
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Siendo Dios el sumo bien del hombre, la vida santa consistirá en amarle con todo el corazón, con toda el alma y con todo el espíritu; lo cual preserva de la corrupción y de la impureza del amor, que es lo propio de la templanza; lo que le hace invencible a todas las incomodidades, que es lo propio de la fortaleza; lo que le hace renunciar a todo otro vasallaje, que es lo propio de la justicia; y, finalmente, lo que le hace estar siempre en guardia para discernir las cosas y no dejarse inficionar subrepticiamente de la mentira y el dolo, que es lo propio de la prudencia. Ésta es la única perfección humana (De las costumbres de la Iglesia católica y de las costumbres de los maniqueos).
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Esto es lo que necesitamos creer: que la humildad, en virtud de la cual Dios ha nacido de una mujer y ha sido conducido a la muerte de manos de mortales, en medio de tantos ultrajes, es el medicamento más eficaz para sanar el tumor de nuestra soberbia, y es el sublime misterio por el cual el vínculo con el pecado queda disuelto (Sobre la Trinidad).
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Todos aquellos que creen en Cristo, creen en Él para amarlo. Esto, de hecho, es lo que quiere decir creer en Cristo: amar a Cristo (Enarraciones sobre los salmos).
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Todo ello se obra, de hecho, con la voluntad, creyendo, esperando, amando, mortificando el cuerpo, haciendo limosna, perdonando las ofensas, rezando con insistencia (La perfección de la justicia del hombre).
Lorenzo Bianchi
Trenta Giorni
2008
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10 €
