Pablo Moreno, director de Red de libertad: «Me gustan los personajes que no te venden la moto»
«El mensaje de Jesucristo de amor universal es algo que tiene que llegar a todo el mundo». Esta es la convicción que ha movido a Pablo Moreno y a su equipo a rodar cine de valores y religioso. Su nueva película, Red de Libertad, habla de una religiosa que salvó a más de 2.000 personas de los nazis, interpretada por Assumpta Serna
¿Qué te llamó la atención en la monja Helena Studler para rodar Red de libertad?
Que era la historia de una mujer valiente, que había hecho algo extraordinario en tiempos muy difíciles. Integraba muy bien los carismas vicencianos (Studler perteneció a las Hijas de la Caridad, fundada por san Vicente de Paúl): su pasión, su arrojo, la denuncia de las injusticias, el trabajo por los demás…
Helena se compromete con los sufrimientos de las personas que la vida le va poniendo delante. No es una estrategia «a priori», ella responde a la realidad que la reclama.
Efectivamente, ella responde a la realidad a veces de mejor o peor manera. No quería hacer una hagiografía con esta película, primero porque no es santa. Además, era una persona que tenía sus más y sus menos. A veces era impulsiva y no siempre toma las mejores decisiones, pero quiere hacer las cosas bien. Yo me identifiqué con ella y creo que cualquier persona puede también hacerlo. Es una heroína moderna donde no todo le sale bien. Dicen que al lado de un santo siempre hay un mártir. Algunas de sus compañeras, incluso la superiora, sufrieron las consecuencias de determinadas acciones que tomó sor Helena. Por ejemplo, como consecuencia de estar implicada en la fuga de un general francés, la superiora fue internada en un campo de concentración.
¿Cómo ha sido trabajar con Assumpta Serna?
Ha sido una pasada, tiene un gran talento y, sobre todo, es muy generosa: busca siempre favorecer al compañero, cómo facilitarte la vida, propone muchísimo y siempre está buscando como mejorar su interpretación. Ella leyó el guion y dijo que quería participar en la película. Para nosotros fue un regalo tener a Assumpta. Es una actriz internacional, ha hecho más de 100 películas…
¿Cuánto tiempo os llevó el rodaje? ¿Habéis contado con los medios humanos y económicos suficientes para plasmar lo que querías?
Al ser un encargo, teníamos unos medios económicos determinados y teníamos que terminar en unos plazos concretos. Había que encajar todo. Dentro de las limitaciones que teníamos el equipo ha trabajado muy bien. Es un gran equipo de profesionales en el apartado artístico y técnico. Hemos conseguido sacar adelante esta película gracias al trabajo de todos y al diseño de producción para conseguir encajar todas las piezas.
Habéis rodado ya varias películas sobre personas comprometidas con su fe. ¿Qué os mueve a ti y a tu equipo a hacerlo?
Forma parte de nuestro carisma y de nuestra vocación y creemos que hay que contar estas historias. En cuanto a la parte prosaica, ha habidop una serie de coyunturas que se han ido dando. Esta es la sexta película de temática. Pero la tercera, Un Dios prohibido, marca un inicio en cuanto forma de hacer. Antes trabajamos con muy pocos medios; fue una ilusión de un grupo de jóvenes por hacer cine.
¿Estáis satisfechos de la respuesta por parte del público dentro y fuera de España?
Estamos contentos. Siempre pensamos que podemos llegar a más, que podríamos hacer mejor nuestro trabajo. Intentamos superarnos y superar los retos, intentar hacer mejores películas cada vez. Es verdad que han sido tiempos difíciles para el cine, por la crisis, el 21 por ciento del IVA… El cine no debe desaparecer; es un lenguaje universal, es un lugar de encuentro, aglutina todas las artes. Nosotros queremos seguir haciendo cine que tenga algo inefable, aquello que no se puede ver y tocar…
A veces el cine reduce el mensaje de Jesucristo a ética, a valores. ¿Qué opinas?
Es cierto, existe una tentación de reducir la fe a valores. Nosotros creemos en la trascendencia. Es como el anuncio: «Tú creces o enriqueces». Yo creo que la trascendencia siempre enriquece el mensaje. Hemos intentado que en esta película haya un equilibrio justo para que creyentes y no creyentes puedan verla y nadie se sienta molesto, pero hay una parte iconográfica, trascendental, que tiene que estar.
Vuestra productora está en Ciudad Rodrigo. ¿Qué os hace seguir pegados a la tierra donde nacisteis? ¿No tendríais más oportunidades en Madrid o en otra ciudad grande?
Seguimos allí porque nuestra tierra es muy pobre, está herida de muerte. Nos desangramos, nuestros jóvenes se van porque no hay oportunidades. Estamos al oeste del oeste de España. Con todo, estamos convencidos de que las industrias culturales son motores para el desarrollo, como ha dicho la UNESCO. Nosotros creemos firmemente en este planteamiento. Queremos cambiar el mundo, pero primero hay que empezar por tu casa.
¿El cine es una vocación casi religiosa en tu caso?
Sí, por un lado, una vocación de cineasta. En el trabajo de actor hay algo de sacerdotal, hay un rito, una liturgia y ser director es lo mismo. Si no hay algo que te quema desde dentro de la profesión, no lo harías. Al hacer una película te expones y quedas desnudo delante del mundo. Luego queremos hacer cine que tenga un carácter religioso, espiritual, que hable al mundo de otras cosas: el mensaje de Jesucristo de amor universal es algo que tiene que llegar a todo el mundo, respetando las creencias de todos los demás.
¿Crees que el cristianismo se difunde por envidia?
Nunca me lo había planteado, pero sí estoy convencido que un cristiano tiene que ser ejemplo a través de su forma de vivir, de su forma de tomar decisiones; me gustan esos personajes que no te cuentan ningún rollo, ni te están vendiendo la moto, pero ves algo que atraviesa sus vidas y eso es alucinante.
En Ciudad Rodrigo, organizáis anualmente el Festival de Cine Educativo y Espiritual. ¿Qué os está enseñando esta conexión donde os llegan propuestas de todos los lugares a un lugar pequeño como vuestra ciudad?
Es una ventana abierta al mundo. Compartimos los sentires de mucha gente (este año nos han llegado más de 900 películas) cuando te envían una visión peculiar de sus vidas. Enriquece un montón esa variedad de enfoques y culturas… Soy un firme defensor de que el conocimiento compromete. Si conoces la realidad del otro, te puedes comprometer con su causa o, por lo menos, ser comprensivo con ella. Tenemos que dar a conocer el mundo, de los que piensan distinto; hay que conocer sus motivos y plantear los nuestros.
¿Crees siempre que el otro es un bien?
Si pensara lo contrario, sería un mal para el otro. Me voy a la cama creyendo que siempre hay algo bueno en el otro.