Nuncio en Siria: «No habrá paz si hay divisiones» en la ONU

Nuncio en Siria: «No habrá paz mientras continúen las divisiones» en la ONU

«Es necesaria una intervención potente y urgente de la comunidad internacional» para poner fin al conflicto y también para emprender «la reconstrucción y la puesta en marcha de la economía» en un país donde el 90 % de la población está bajo el umbral de la pobreza, subraya el cardenal Mario Zenari

Redacción
Guerra en Siria
Foto: Omar Haj Badour / AFP

«No habrá paz en Siria mientras continúen las diatribas y divisiones» en el Consejo de Seguridad de la ONU. El nuncio en el país, cardenal Mario Zenari, ha subrayado a Vatican News, con motivo del décimo aniversario de la guerra, cómo esta se ha perpetuado en parte debido a que en momentos cruciales «se han producido agrios debates y divisiones» en este organismo «y se ha recurrido al uso del derecho de veto unas 15 veces».

Sin embargo, también ha habido momentos de «acuerdo unánime» que habría que recuperar. Uno fue el de septiembre de 2013, cuando gracias al acuerdo entre Rusia y Estados Unidos «se resolvió el grave y delicado problema del desmantelamiento del arsenal químico sirio». Otro, cuando se votó la Resolución 2254 (2015), que esbozaba un proceso de paz. «Desgraciadamente, uno tiene la impresión» de que este «está estancado».

El país vive una «Cuaresma que dura sin interrupción desde hace diez años», mientras, como denunciaba el Papa el 9 de enero de 2020 en su saludo de Año Nuevo al cuerpo diplomático, la guerra está cada vez más cubierta por un «manto de silencio». Olvido y silencio contra los que lucha Francisco. Siria «es uno de los países más cercanos» al corazón del Pontífice, resalta su representante. Suele referirse a ella como nación «amada y atormentada», y ha intentado lanzar «muchas y variadas iniciativas para poner fin a la violencia y lanzar el proceso de paz», así como de «ayuda humanitaria». La más célebre fue la jornada de ayuno y oración del 7 de septiembre de 2013.

Un país arrasado

En Siria, ha enumerado el embajador del Vaticano, faltan casi medio millón de muertos y 5,5 millones de refugiados. A otros 6,7 millones de personas que no se han ido les falta su hogar, pues son desplazados internos. «Faltan los jóvenes, más de la mitad de los cristianos», que se han marchado, «y los padres y a veces incluso las madres de muchos niños».

El nuncio ha recordado especialmente a los niños fallecidos, que según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos ascienden a 22.000. Muertos bajo las bombas, en el mar mientras huían con sus familias, o de desnutrición, frío y deshidratación, «como el medio centenar de bebés que murieron en brazos de sus madres mientras huían de Baghouz en el invierno de hace un par de años». Otros fueron mutilados y gravemente heridos y tuvieron que ser rescatados de debajo de los escombros; tienen traumas psicológicos difíciles de curar, o están atrapados en campos de refugiados.

Dos millones no pueden ir a la escuela, porque muchas fueron destruidas. Tampoco hay, en plena pandemia, «hospitales y personal» sanitario. «No hay fábricas ni actividades productivas». Y, además, «el tejido social, el mosaico de convivencia ejemplar entre grupos étnicos y religiosos, se ha visto seriamente dañado».

La guerra económica

Calladas las bombas, la gente sufre una fase del conflicto que han bautizado como «guerra económica». Zenari recuerda que el 90 % de la población siria vive por debajo del umbral de la pobreza. «La lira siria ha perdido gran parte de su valor y los precios de los bienes de consumo básico se han disparado».

«Al salir a las calles de Damasco veo largas colas de gente frente a las panaderías, esperando pacientemente su turno» para comprar pan, «a menudo el único alimento que pueden permitirse». «Ni siquiera durante los años más duros de la guerra» se habían visto cosas así. Largas colas también «en las gasolineras», y para encontrar combustible para la calefacción. Todo ello, en un país con 500 kilómetros de tierra fértil entre los ríos Tigris y Éufrates y pozos de petróleo «que bastarían para un suministro casi completo de combustible para uso doméstico».

En medio de esta realidad, «muchas personas han perdido y están perdiendo la esperanza. ¡No la dejemos morir!», suplica el cardenal Zenari. Lo intentan la ONU, diversas ONG y las iglesias, que tratan de «tapar las numerosas urgencias», «aún no ha comenzado la reconstrucción y la puesta en marcha de la economía», para la que se calcula que se necesitan unos 400.000 millones de dólares. La corrupción y las sanciones lo hacen imposible. «Es necesaria una intervención potente y urgente de la comunidad internacional. La paz no llegará a Siria sin la reconstrucción y la puesta en marcha de la economía».