Nueve socorristas españoles salvan cientos de refugiados al día

Era noche cerrada. Óscar Camps hacía guardia, como de costumbre, frente a la playa, en la isla griega de Lesbos. Escuchó unos leves gemidos en medio del agua. Sin pensárselo dos veces se lanzó al mar solo equipado con su neopreno y las aletas. No veía nada, pero ubicó el bote por los sonidos de sus pasajeros. Cuando los encontró, tuvo que empujar a ciegas la barca, intentando guiarse por el ruido de las olas al romper en la orilla y los gritos de quienes esperaban en la playa. Como este han sido cientos de rescates protagonizados por Óscar y sus nueve compañeros desde el 16 de septiembre, día en que este socorrista y empresario decidió sacar todos sus ahorros e irse a Grecia a salvar vidas.

«Terminaba la temporada de playa en España y empezaron a verse en las noticias las imágenes de niños ahogados en las islas griegas. Óscar, desde el punto de vista humano y profesional, no podía entender por qué había gente que moría tan cerca de la playa sin que nadie los ayudase. Así que cogió 15.000 euros y se marchó con un compañero de trabajo para hacer rescates en el agua, sin más equipo que el neopreno y las aletas», explica Laura Lanuza, miembro de la ONG Pro Activa Open Arms, organización creada para dar apoyo a Óscar en Lesbos.

La idea inicial «era hacer primero un estudio de campo de la situación, pero a los diez minutos ya estaban en el agua salvando gente», recuerda Laura. La magnitud de la tragedia era tan grande, que los dos amigos decidieron hacer un crowdfunding para montar la ONG y poder recaudar fondos para continuar en Lesbos todo el tiempo necesario. Cuatro meses después, gracias a donaciones llegadas de todo el mundo, la organización amplió su equipo humano y también logístico, «y compramos dos motos de agua, dos 4×4 y, desde el martes, una embarcación de salvamento».

Los socorristas de Badalona, junto con otras asociaciones, recibirán hoy, a las 19 horas en el cine Callao de Madrid, el Premio Pie Derecho 2015 de Cadena 100. El motivo es que «se juegan el tipo en cada rescate. Más de una vez han llegado cuatro botes de golpe, y los cuatro con problemas», afirma Lanuza. El motivo es que los mafiosos que controlan las barcas en la frontera turca dicen a los refugiados sirios e iraquíes que las autoridades les arrestarán si llegan a puerto subidos en la barcaza. Entonces, a 30 metros de la orilla, pinchan el bote, normalmente sobrecargado. Otro de los problemas es que son los propios inmigrantes los que manejan la embarcación, sin tener ningún conocimiento –muchos ni siquiera han visto antes el mar–, por lo que muchos fallecen en el tránsito.

Durante la conversación con Laura, 17 botes llegaron a la isla de Lesbos. La mayoría de los pasajeros eran niños. El sábado por la noche, a las cuatro de la mañana, llegó otra embarcación con 300 personas. «Como ahora hay más presión policial, salen de noche y hacen rutas diferentes. Eso conlleva mucho más peligro». Los miembros de Pro Activa Open Arms intentan adaptarse a los nuevos comportamientos, y piensan en mandar un equipo a la isla vecina de Chios, donde llegan 1.000 refugiados al día. Pero para eso necesitan ayuda. Más información en www.proactivaopenarms.org