Nuestra historia - Alfa y Omega

«Salimos de Irak el 18 de julio de 2014. Lo hicimos mis padres, mi hermano pequeño, nuestra abuela –enferma de párkinson–, y yo . Nos vimos obligados a huir de nuestra tierra y de nuestra casa porque el ISIS publicó un anuncio diciendo a las personas que no son musulmanas tenían tres opciones: convertirse al islam, pagarles dinero (jizya) o la espada, que significaba nuestro asesinato. Entonces decidimos dejar la ciudad con el añadido de que en el 2001 tuvimos un accidente de coche y a consecuencia de ello mi madre se quedó como una niña a nivel cerebral y depende de nosotros para todo.

Llegamos a Turquía en autobús, así que fue un poco difícil. Teníamos que cuidar a mi mamá y a mi abuela, y el camino fue muy largo. Nos llevó casi 24 horas llegar a Aksaray y desde allí a Kirsehir. El autobús, además, se averió a medianoche, así que esperamos treshoras para que llegara otro autobús, y el nuevo estaba lleno. No nos faltaron dificultades, pero gracias a Dios conseguimos llegar sanos y salvos.

Después de casi tres años, en 2017, estábamos esperando para irnos a Norteamérica. Teníamos una cita para la última entrevista y después poder viajar, pero Donald Trump, presidente de Estados Unidos en ese momento, paró la llegada de refugiados como nosotros, así que cancelaron nuestro viaje y hasta ahora no ha habido ninguna novedad de parte de la embajada americana. Por eso decidimos hacer una solicitud para ir a Canadá. Hace 13 días hicimos por fin una entrevista con ellos y nos aceptaron. Nos pidieron una pruebas médicas que ya hemos realizado. Nos han dicho que ahora tenemos que esperar a que llegue el visado, pero que en este tiempo de COVID-19 puede tardar más de lo normal.

Nuestra abuela se puso muy mal hace dos meses y al final murió. Como familia, decidimos enterrarla en Estambul (a casi doce horas de coche de Kirsehir, donde vivimos ahora) por dos razones: primero porque allí tenemos un cementerio para los cristianos, cuidado por una comunidad cristiana; y segundo, porque teniendo su tumba en Estambul, sus hijos que están en América y Canadá, cuando un día tengan la oportunidad de regresar de visita a su tierra, podrán pasar por Turquía y visitar la tumba en la misma ciudad de llegada, sin tener que llegar hasta esta ciudad. Ella desde el cielo intercede por nosotros para que podamos partir y llegar a Canadá, y allí vivir en paz y en libertad como cristianos.