Los abuelos - Alfa y Omega

Hace algunos meses visitamos la familia de Pedro, un joven de nuestra comunidad. Como todos los demás, se vieron obligados a dejar su tierra para salvar la vida. El padre de Pedro había dejado el país dos años antes y había conseguido llegar a Australia, donde ya trabaja junto a un hermano suyo. Sabiendo el peligro que sus padres, su mujer y sus hijos corrían permaneciendo en Irak, pidió a su mujer que saliesen y fuesen a Turquía, desde donde podrían pedir el visado para Australia. La familia es numerosa, pues son cinco hijos y los padres de él, ya ancianos, viven con ellos. Además, el hijo mayor está casado y también vive con su madre.

Llegaron a Turquía en 2014 y desde entonces están esperando el visado. Como no es fácil que puedan salir juntos se han dividido en dos grupos. El hijo mayor junto con su mujer y sus dos hijos, nacidos en Turquía, están en el mismo expediente con los abuelos. La madre y los otros cuatro hijos en otro expediente. Estas once personas viven en el mismo apartamento, que cuenta con tres habitaciones, cocina, baño y salón. Pero esto no es un problema para ellos, porque ahora no se sienten amenazados de muerte.

Cuando llegamos a su casa tuvimos un momento de oración juntos y pasamos compartir toda la comida que habían preparado. Yo me senté cerca del abuelo, que tenía ya 90 años. Me dijo que era ingeniero y que trabajó muchos años en una fábrica de zapatos que le llevó a viajar por Europa. «Dejar nuestro país fue muy doloroso, pero el deseo de encontrar a mis hijos en Australia me ayudó a superar el dolor», me contó. «Cuando salimos no me dejaron traer mis libros de oración en lengua siriaca. Yo esperaba que alguien me los pudiese traer a Turquía, pero mi hijo vendió la casa a través de otros familiares con todo lo que habíamos dejado dentro y así perdí mis libros de oraciones de toda la vida. Todavía hoy me duele el hecho de no poder tenerlos».

Después de un mes de nuestra visita supimos que el abuelo se había caído en  casa golpeándose la cabeza. A partir de ese momento ya no estuvo tan lúcido. Fuimos un domingo para llevarle la comunión y la tomó con mucha devoción y respeto. Ahora vive en el pasado  solamente. En estos días han sabido que han rechazado el visado para Australia de los abuelos. Su nieto ha decidido quedarse aquí mientras ellos vivan. Primero son los abuelos y después su viaje con su mujer e hijos.