«Nadie emigra por gusto»
Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intolerancia, recibe a diario casos de malos tratos contra inmigrantes en España. Los sin papeles jamás denuncian, resalta Ibarra, que pide una política migratoria más humana y mayor concienciación ciudadana
Esteban Ibarra recibe a la periodista en la sede del Movimiento contra la Intolerancia, junto a la plaza Nelson Mandela de Lavapiés. «Antes se llamaba plaza Cabestreros, aunque se la conocía más bien como la plaza de los negros. Por eso recogimos 10.000 firmas y logramos que el Ayuntamiento de Madrid cambiase el nombre por plaza Nelson Mandela, ¡Ahora ya sí es la plaza de los negros, pero con dignidad!», cuenta emocionado. Desde hace más de 30 años, un movimiento cuyo objetivo es educar en la tolerancia a la sociedad española.
Ibarra ha colaborado con Amparo Climent en el documental Las lágrimas de África. Le convenció el proyecto «porque lo que ha hecho esta mujer es muy valiente. Ella no espera nada a cambio, solo que la gente conozca las condiciones de vida de los inmigrantes en el Gurugú».
Esteban Ibarra salió de la proyección del documental visiblemente emocionado. «Yo veo a los chicos cuando llegan a Madrid. Pero el documental muestra esa otra parte que nosotros no vemos: lo que tienen que sufrir hasta alcanzar la meta», aclara.
Humanizar la política migratoria
El sufrimiento para los inmigrantes no termina en la valla de Melilla. «En España no existe una política migratoria de integración. Se habla mucho de ella, pero no se hace». Por ejemplo, estos chavales adoran el fútbol. «Si se invirtieran cuatro perras, se podría tener un educador y montar varios equipos entre africanos y gente del barrio. A través del deporte se aprende la pedagogía del civismo y de la tolerancia». A otros les gusta tallar madera. «Son habilidosos tallando. Es una oportunidad para enseñarles un trabajo. Pero las políticas sociales en este país son deficitarias».
El adalid de la tolerancia en España propone «humanizar la política migratoria. No es una política de números y cuentas. Hablamos de gente que huye de la miseria y el hambre». Esto no quiere decir «que planteemos un mundo sin fronteras, no hay que ser demagogos –aclara–. Tiene que haber control de flujos, un orden. Ya desordenan mucho los que mandan. Pero el control no se puede reducir a vallas con navajas que cortan brazos, a fosos y a apaleamientos. Hay formas de plantear la política migratoria desde el humanismo, respetando al prójimo».
Para Esteban Ibarra, una de las claves de esta política debería ser la cooperación al desarrollo. «La miseria en origen está garantizada, porque no se redistribuyen los recursos y no se evitan las guerras. Nadie emigra por gusto. La gente prefiere estar con su familia, crecer en su hábitat natural. Eligen emprender el viaje por ayudar a sus parientes a salir de la pobreza».
Algo ha mejorado
El presidente del Movimiento contra la Tolerancia percibe, sin embargo, que algunas cosas han mejorado. En Madrid, «desde hace unos meses, han disminuido las identificaciones por perfil racial, a raíz de una directriz del Ministerio del Interior. Se siguen produciendo, pero son más esporádicas. Siempre hay algún policía que identifica a uno y no a otro por lo que sea. No son impermeables a los prejuicios racistas».
El Movimiento contra la Intolerancia ha conocido multitud de casos de malos tratos en comisarías y en los Centros de Internamiento de Inmigrantes (CIE). «Lo que pasa es que ellos no denuncian, porque si no tienen papeles, tienen miedo a que se les abra un expediente de deportación. Según la UE, solo diez de cada 100 casos de agresiones contra inmigrantes son denunciados. En el caso de los inmigrantes sin papeles, puedo asegurar que el porcentaje de agresiones que acaba en denuncia es el cero por ciento».
Ibarra propone invertir más en políticas de prevención: mas sensibilización en las escuelas y más concienciación ciudadana. Y también en formación para la Policía, «porque aunque la democracia otorgue a algunos el poder de la fuerza, tienen que tener alguna limitación».