Monseñor Pío Vito Pinto: «Muchos podrían volver a recibir la Eucaristía»
Entrevistamos a monseñor Pío Vito Pinto, que ha participado en la jornada Discernimiento y acompañamiento de los casos de nulidad matrimonial, organizada por la Universidad San Dámaso y la Conferencia Episcopal Española
¿A qué ritmo está implementando la reforma de los procesos de nulidad en todo el mundo? ¿Qué países o diócesis están más adelantados en la reforma?
No se puede dar una respuesta fácil. Es una reforma muy importante pero difícil de llevar a la práctica. No por la aplicación en sí de la ley, sino porque intervienen elementos de orden humano y eclesiológico. No es que exista un muro contra la voluntad del Papa Francisco, pero sí hay una dificultad para entrar en la nueva filosofía teológica que tiene el Papa. Se quiere ir de los números pequeños a cifras más grandes. ¿Cuántos son los casos de nulidad que van a los tribunales eclesiásticos? En Madrid son 400, ¿pero cuánto es eso frente a los miles de personas que dejaron la Iglesia porque se separaron y se casaron con otra persona? El obispo debe ir a buscarlos. Volver a la Iglesia y a la comunión eucarística sería posible para miles de personas que tienen un matrimonio nulo y ni siquiera lo saben. Este es el reto que afronta esta reforma.
¿Por qué afirma que los canonistas necesitan también de una conversión con esta reforma de los procesos de nulidad?
Es una conversión de tipo eclesiológico y también de tipo humano. El Papa Francisco dice que la verdad del vínculo es una verdad solemne, objetiva, que no se puede forzar. Para pasar de las pequeñas cifras de nulidad que tienen los tribunales actualmente a un número mayor hay que reconocer una situación mundial que es desastrosa, porque hay un gran número de jóvenes que se casan a prueba, solo por un tiempo… Hace falta cambiar la mentalidad y es necesaria también una mayor disponibilidad. El Papa Francisco es un gran misionero, no se contenta con ese pequeño número de fieles que teniendo el matrimonio nulo obtienen la nulidad, porque la mayoría está fuera y hay que ir a buscarlos.
Mitis Iudex enfatiza la responsabilidad de los obispos en los procesos. ¿Están realmente preparados y formados todos para ello? ¿Cómo están asumiendo las nuevas responsabilidades?
Está claro que los obispos son hombres limitados, y que a lo mejor muchos no tienen una mínima formación jurídica. Por eso deben aprender a fiarse de personas competentes en este campo. El punto es que el obispo sea consciente de que hay muchos fieles que podrían volver a la Iglesia y recibir la Eucaristía si supieran que su matrimonio es nulo. El obispo debe ir a buscar a estas personas. En esto se está yendo poco a poco… Los pobres no son solo las personas que no tienen comida o los inmigrantes que cruzan el mar; pobres son también estas personas y hay que atenderlas. Esta es la clave de la reforma.
¿Qué están haciendo las diócesis para que los costes de los procesos sean gratuitos para los fieles?
El Papa insiste en la gratuidad. En la Rota Romana hemos formado un fondo para que las diócesis que lo desean puedan contribuir a que obispos en zonas lejanas reciban la formación que necesitan.
Sobre el proceso breve, ¿puede ofrecernos algún dato? ¿Son muchas las causas que se están llevando por esta vía?
Lo que puedo decir es que ya ha comenzado, ciertamente. Hay resistencias para instaurarlo, pero el Santo Padre es muy paciente, no fuerza a nadie. Si un obispo no quiere, no le va a forzar. Porque además es una gran responsabilidad.
El motu proprio ha provocado un aluvión de demandas de nulidad. Algunas diócesis constatan que su número se ha duplicado en un año. ¿Cómo se consigue atender a todas preservando al mismo tiempo los plazos cortos que pide el Papa Francisco?
El problema más común y que motiva el mayor número de causas de nulidad es sobre todo la inmadurez de los contrayentes, que prácticamente no creen en los valores perpetuos. Las uniones son por un tiempo nada más, y además muchos no quieren hijos, porque los hijos unen de una manera más fuerte. Si estas personas se deciden por un matrimonio religioso, este matrimonio sería nulo. Es inmenso el número de estas personas hoy, es un problema universal. Si fueran a un proceso ordinario y serio podrían obtener la nulidad en siete u ocho meses. Incluso muchos de estos fieles podrían pasar por el proceso breve, porque muchos de estos jóvenes antes de casarse no creen en nada, solamente se dejan guiar por la vistosidad de la boda, lo bonito de la Iglesia…
Muchos se cuestionan si con esta reforma obtener la nulidad es más fácil, que hay manga ancha… ¿Qué dice usted?
Soy consciente de que hay quien dice que ahora hay poca seriedad. Pero un obispo que se dispone a juzgar una demanda por el proceso breve se coloca delante de Dios, no puede hacer una ejecución fácil. No es el obispo el que realiza todo el proceso, es evidente, pero tiene el deber de alcanzar la certeza moral sobre cada caso.