Amenábar ha pinchado en hueso con su inefable anuncio de la Lotería Nacional: el del muchacho en la cola (Daniel), el perrito y la novia extraterrestre (Danielle). Puestos a jugar con cosas y personas extrañas, les podría haber pedido ayuda a los guionistas de Stranger things. Este año, además de las versiones corta y comedida para televisión y redes, hemos sido agraciados con un soporífero cortometraje de casi 20 minutos. Si no lo han visto, eso que han salido ganando.
Es verdad que es difícil pedirle a Loterías que no le ponga un altar a la suerte, pero lo cierto es que, entre las conmovedoras historias del bar de Antonio y de la memoria y el olvido de Carmina, que nos iluminaron los años pasados, y el ridículo encuentro sobrenatural por el Madrid de los Austrias de esta ocasión, hay un abismo. De cara al negocio, es lo de menos, porque, a pesar del anuncio, casi todos los españoles vamos a comprar algo y a compartirlo. Pero es una pena, porque nos habían acostumbrado al gordo publicitario y este año no nos ha tocado ni la pedrea.