Los homenajes realizados al que fuera presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli, tras su fallecimiento –el pasado 11 de enero–, han sido impresionantes, ya que ha habido casi unanimidad al resaltar su figura, tanto como cabeza de esta institución europea como por toda su trayectoria, profundamente federalista, y su compromiso ético.
El legado que deja David Sassoli consiste, por un lado, en que ha creído a lo largo de toda su vida en la Europa de los valores, del Estado de derecho, de la igualdad y de la solidaridad, y ha puesto en marcha estas creencias con sus acciones y a través de su forma de presidir el Parlamento Europeo. Le ha tocado liderar el mismo en una etapa difícil, debido a la pandemia de la COVID-19. Pese a ello, el Parlamento siempre estuvo abierto, si bien con algunas medidas restrictivas para hacer frente a la crisis sanitaria.
En todo caso, durante los dos años y medio de presidencia del político italiano, la Eurocámara ha jugado un papel institucional relevante en la puesta en marcha del Plan de Recuperación y los Fondos Next Generation, iniciativas aprobadas con una mayoría de casi el 70 %.
El Europarlamento ha seguido adoptando un conjunto de decisiones para poner en marcha este plan de recuperación en los Estados miembro y dirigir la vida política europea, en algunos casos con celeridad inusitada, como es la creación del pasaporte europeo o la duplicación del marco financiero plurianual, sin olvidar el mecanismo de cumplimiento del Estado de derecho vinculado a la aprobación y recepción de los fondos.
Así, y volviendo al título del presente artículo y pese a que pueda parecer, a priori, poco habitual que exista continuidad entre el mandato de la maltesa Roberta Metsola –presidenta del Parlamento Europeo desde el 18 de enero, día en que cumplió 43 años–, eurodiputada del Partido Popular Europeo, y David Sassoli, eurodiputado socialista, esta frase no es solo la que ella pronunció durante su discurso de investidura, sino que esto será probablemente así. Se debe a varias razones; la primera de ellas es que, aunque esto no se conozca mucho, Roberta Metsola ha sido, durante todo el mandato de David Sassoli, la vicepresidenta primera del Parlamento Europeo e, incluso, le ha sustituido durante los días del mes de noviembre en los que el presidente tuvo que ausentarse por motivos de salud. A ello se le suma el hecho de que los tres grandes partidos del Parlamento Europeo (PPE, S&D y Renew Europe) han llegado a un acuerdo en las diez prioridades fundamentales para la nueva legislatura.
Este acuerdo contiene la defensa de los derechos humanos y el Estado de derecho; la protección del medio ambiente y el avance en el alcance de la neutralidad climática; la continuación de la lucha contra la pandemia y el establecimiento de la Unión Europea de la Salud; la promoción de un nuevo crecimiento económico y la posibilidad de establecer un marco fiscal europeo; la creación de empleos cualificados, el impulso a la inclusión social y la lucha contra la inequidad; el refuerzo de las fronteras exteriores de la Unión Europea y el hacer frente a las amenazas híbridas; la promoción de las listas trasnacionales en las próximas elecciones europeas, y, por último, reforzar e impulsar el papel del Parlamento Europeo y dirigir los trabajos de la Conferencia sobre el Futuro de Europa, en marcha desde el pasado mes de mayo.
Este acuerdo explica, en gran medida, que haya salido elegida con 458 votos en la primera vuelta –que suponen el 65 % de la cámara–, cifra superior a la alcanzada por su predecesor, David Sassoli, quien obtuvo 345 votos. Esta elevada cifra de votos se debe, en parte, a que ha heredado el legado del antiguo presidente, que ella también contribuyó a crear.
En todo caso, hay que señalar que los resultados que ha obtenido Metsola son algo superiores a la suma de los tres grandes partidos. Debido a que el voto es secreto no sabemos exactamente a qué se debe pero posiblemente haya recibido los votos del grupo de no inscritos y de algunos miembros del grupo de Conservadores y Reformistas Europeos (ECR). Asimismo, quizás no la hayan votado todos los socialistas y liberales.
Sassoli y Metsola son dos perfiles distintos; por lo que dicen sus amigos más cercanos, él ha tenido siempre una posición pausada, reflexiva y tolerante, mientras que ella tiene un perfil más activo, incisivo, y con capacidad de decisión rápida y ejecutiva. Pero, pese a estas diferencias, han trabajado juntos estos dos años y medio, y parte del legado que deja Sassoli se debe tanto a ella como a que se han complementado mutuamente.
El desafío fundamental al que se enfrenta la nueva presidenta es consolidar los avances contraídos en el nuevo ciclo político, iniciado como consecuencia de las elecciones de mayo de 2019, en las que se consiguió el aumento de una legitimidad de origen, ya que se incrementó la participación un 10 %, gracias, en parte, a los jóvenes. Otro desafío es continuar reforzando la legitimidad de ejercicio, que se ha logrado en este último mandato mediante la aprobación de las iniciativas clave del Parlamento Europeo, con un apoyo de alrededor del 70 % de la cámara.
Hace falta que en esta segunda parte de la IX legislatura del Parlamento Europeo se continúe con el consenso entre las fuerzas políticas. Consiguiendo además, como dice el acuerdo suscrito entre los tres partidos citado anteriormente, llegar a propuestas significativas sobre las conclusiones de la Conferencia sobre el Futuro de Europa, iniciativa cuyo objetivo es transformar los acuerdos de facto de carácter federal adoptados en esta legislatura en acuerdos políticos y de iure que pervivan en el tiempo.