Ofrecemos nuestras sinceras condolencias a todos, israelíes y palestinos. Muchos en posiciones de poder y liderazgo político permanecen atrincherados, no sólo reticentes a entrar en un proceso real y significativo de diálogo, sino echando leña al fuego. El lenguaje violento que pide venganza en la calle de Israel es alimentado por un liderazgo que continúa promoviendo un discurso discriminatorio, los derechos exclusivos de un grupo y la ocupación, con todas sus consecuencias desastrosas. Se construyen nuevos asentamientos, las tierras son confiscadas, las familias son separadas, los seres queridos son detenidos e incluso asesinados.
El lenguaje violento que pide venganza en la calle de Palestina es alimentado por las actitudes y expresiones de quienes han perdido toda esperanza de llegar a una solución justa por medio de negociaciones. Los que buscan construir una sociedad totalitaria y monolítica ganan apoyo popular, explotando esta situación de desesperanza. A ellos les decimos: la violencia como respuesta a la violencia sólo alimenta más violencia.
El secuestro y asesinato de tres jóvenes israelíes y el brutal asesinato, en venganza, de un palestino son producto de la injusticia y del odio que la ocupación fomenta en los corazones de los que son dados a tales actos. Estas muertes no se pueden justificar en absoluto. Utilizar la muerte de los tres israelíes para infligir un castigo colectivo contra el pueblo palestino y su legítimo deseo de ser libre es una instrumentación trágica. A la vez, la resistencia a la ocupación no puede equipararse con el terrorismo. La resistencia a la ocupación es un derecho legítimo; el terrorismo es parte del problema.
Necesitamos un cambio radical. Israelíes y palestinos necesitan sacudirse las actitudes negativas de desconfianza y odio. Estamos llamados a educar a la joven generación en un nuevo espíritu que desafíe a la mentalidad existente. Debemos encontrar líderes lo suficientemente perspicaces y valientes para hacer frente a la urgencia de la situación actual y tomar las difíciles decisiones que se necesitan; que, si es necesario, estén dispuestos a sacrificar sus carreras por una paz justa y duradera.
Comisión de Justicia y Paz
Asamblea de los Ordinarios Católicos de Tierra Santa