Africa Corps: la imagen renovada de la influencia rusa en el continente - Alfa y Omega

Las banderas rusas se han convertido en un complemento habitual del paisaje en las recientes manifestaciones en África occidental y el Sahel. Esta es la consecuencia de años de propaganda y lucha geopolítica por el favor de regímenes de todo el continente. Una carrera de fondo que parece que Rusia comienza a ganar.

Tras décadas de ausencia, el Estado ruso está protagonizando un rápido proceso de expansión en África. Siempre ha contado con aliados firmes como Argelia o Sudáfrica, pero ahora quiere más, tiene más. El Kremlin ha sabido explotar el sentimiento antioccidental latente en muchos países africanos en su favor y gracias a varias maniobras ya ha conseguido que la franja saheliana responda a Moscú.

El crecimiento de Rusia en África no se entiende sin el Grupo Wagner. El cuerpo de mercenarios del malogrado Eugeni Prigozhin ha tejido durante años una amplia red de relaciones estratégicas y económicas por todo el continente. De forma extraoficial Wagner ha sido empleado por las autoridades rusas para aumentar su presencia en África bajo tres premisas: servicios de seguridad, propaganda y explotación de minerales. Los mercenarios han creado un clima favorable a Rusia y se han asentado en Libia, Sudán, República Centroafricana, Burkina Faso, Níger o Mozambique. Tras el fallido alzamiento contra el presidente Vladimir Putin, el Gobierno ruso se ha apresurado por controlar esta estructura e integrarla dentro del ecosistema de agencias, compañías y grupos leales al Kremlin.

Con este propósito Rusia lanzó a finales del año pasado Africa Corps, que no es sino la reorganización del sistema de Wagner en África. Supone la paulatina transformación de una empresa de seguridad privada en un elemento más dentro del sistema de seguridad ruso. Ahora el grupo no responde a más intereses que los de Moscú a través del Ministerio de Defensa y los servicios de inteligencia (SVR y GRU). Yunús-bek Yevkúrov (viceministro de Defensa de Rusia), Andrei Averyanov (general de inteligencia militar GRU) y Denis Pavlov (agente del SVR) han asumido, a distintos niveles, la responsabilidad.

El contexto y el liderazgo cambian, pero la oferta rusa tiene la misma base: garantías de seguridad para el régimen en cuestión a cambio de concesiones mineras. Sin embargo, la estrategia de Rusia ahora es más ambiciosa, busca abarcar más y llegar más lejos. A los acuerdos en cooperación militar y defensa han seguido otros en materia energética e infraestructuras. En un entorno clave de la geopolítica mundial donde confluyen disidencias armadas, terrorismo, tráfico de ilícitos de todo tipo e inmigración irregular, Rusia ofrece todo lo que un régimen necesita: armas, seguridad y protección en los foros internacionales.

Putin ha negado que esté tratando de expulsar a Occidente de África, pero las evidencias están ahí: a la salida de Francia y Estados Unidos de Malí, Burkina Faso o Níger ha seguido la llegada de personal ruso. A través de la ayuda militar y el apoyo a las nuevas iniciativas de seguridad como la Alianza de Estados del Sahel (AES) Moscú se ha ganado la lealtad y confianza de las juntas. A cambio de su asociación con Rusia, las juntas militares y regímenes como el de Touadéra en República Centroafricana se garantizan un aliado fuerte, pero, sobre todo, su supervivencia en el corto y medio plazo. Esto tiene consecuencias directas en la población. Por un lado, oponerse a los regímenes se torna complicado y por otro, las esperanzas de que las transiciones democráticas avancen son cada vez más reducidas y todo apunta a un afianzamiento de las juntas militares.

Una de las tareas principales de Wagner fue la protección de los líderes y presidentes interinos como una suerte de guardia presidencial, algo que se mantiene y les da acceso preferente al círculo reducido de toma de decisiones. Además, los mercenarios han tenido implicación directa en conflictos internos como el de Malí.

Este podría ser el gran cambio. Africa Corps parece tener una función de formación y no de combate. Así se desprende de las palabras de Ibrahim Traoré, presidente interino de Burkina Faso. Por tanto, Rusia dota de armas y entrenamiento a través de su nueva marca al tiempo que invierte en sectores fundamentales para el desarrollo y obtiene minerales. Pero a un mayor nivel, ha creado y aspira a consolidar una amplia zona de influencia que cruza el continente africano de este a oeste y alcanza desde el Mediterráneo hasta su centro. En el camino, ha desplazado a Francia y la UE para instalarse en una zona crítica para Bruselas.

Africa Corps no es sino una nueva adaptación de Rusia a la realidad geopolítica de África. Porque nunca se fue del continente. Jugó papel clave en la segunda mitad del siglo XX y aspira a ser un jugador central en las décadas venideras.