Matt Talbot: el venerable ex alcohólico ante el que ha rezado el Papa - Alfa y Omega

Matt Talbot: el venerable ex alcohólico ante el que ha rezado el Papa

El Papa Francisco se detiene a rezar ante las reliquias del obrero irlandés que superó su dependencia del alcohol

Andrea Tornielli
Una estatua de Matt Talbot

Un alcohólico que, gracias a un voto, logró superar su dependencia. Matt Talbot, obrero de Dublín murió en los años veinte del siglo pasado. Ahora el Papa Francisco visitó sus reliquias en la iglesia de Nuestra Señora de Lourdes, de Dublín. Talbot durante la juventud fue un borracho: trabajaba en el puerto, hablaba de manera ruda y gastaba lo que ganaba comprando vino y cerveza, tanto que ninguno de sus amigos o compañeros quería ofrecerle ni una copa.

Después de haber tocado el fondo hizo un voto a los 27 años: habría dejado de beber por tres meses. Sufría tanto que le dijo a su madre: volveré a beber cuando pasen tres meses. Esa promesa solemne marcó el inicio de su conversión. Empezó a ir a misa a las cinco de la mañana, y comulgaba. El voto que había hecho nunca lo abandonó y, con la costumbre de beber también abandonó las malas lenguas. Su vida continuó con ayunos y penitencia. Durante otros cuarenta años, ya sin alcohol en su vida, Talbot trabajó en un depósito de madera y se convirtió en un testigo del Evangelio. No hacía discursos, pero con su ejemplo y con su testimonio mejoró sensiblemente el ambiente que lo rodeaba y a las personas que conocía. No dejó de apoyar a sus compañeros de trabajo, afectados por vejaciones e injusticias durante los desórdenes entre 1913 y 1914.

Siguió levantándose al alba para rezar, participar en la primera misa matutina y después se iba a trabajar. A pesar de ser semi-analfabeta, dejó escritos textos espirituales y siguió donando a los pobres el dinero que ganaba, reduciendo al mínimo necesario lo que usaba para subsistir. «El Reino de los cielos –escribió– fue prometido no a quienes tienen sentido común o han estudiado, sino a quienes son semejantes a los niños».

La muerte lo sorprendió por un ataque cardiaco en 1925, en la calle. Fue sepultado con el hábito de terciario franciscano en la fosa del cementerio de Glasnevin, y la fama de santidad que tenía cuando estaba vivo creció. La causa de beatificación y canonización comenzó en 1931 y en 1975 Pablo Vi proclamó sus virtudes heroicas.

Andrea Tornielli / Vatican Insider