Marina: Una apuesta por lo español - Alfa y Omega

Estos días podemos ver Marina en el Teatro de la Zarzuela, máximo exponente de la ópera española. Originalmente fue escrita como zarzuela de dos actos de Francisco Camprodón y música de Francisco Arrieta. Quince años después se transformó en ópera siguiendo el modelo donizettiano, en tres actos. Se añadieron tres dúos y un rondó final. Hay que reconocerle al autor que realizó una partitura muy bonita y pegadiza. Escuchándola, muchos momentos nos recuerdan los orígenes de Marina como zarzuela. Se estrenó en el Teatro Real de Madrid en 1871.

Es una ópera esencialmente bellcantista, cuando ya no se llevaba ni en el mango de los paraguas. Recordemos que Verdi llevaba más de 20 años innovando, el verismo ya estaba sobre la palestra, y Wagner había comenzando su ciclo del Anillo de los Nibelungos, que junto con Tristán e Isolda, cambiaría para siempre la manera de componer. Aunque hay que reconocer que algún atisbo verdiano se intuye en la obra.

La producción es completamente española. Después de 20 años sin representar, el Teatro de la Zarzuela se ha decidido a reponer este libreto que Alfredo Kraus llevó en su portfolio, dando a conocer internacionalmente el brindis (A beber, a beber y a olvidar) con el que comienza el tercer acto. En el montaje que nos ocupa se agradece que la ambientación esté más contextualizada históricamente que hace 20 años, que vestían a Jorge (tenor) de Primera Comunión. Es decir, de almirante.

La obra está ambientada en Lloret de Mar. En esta ocasión, Ignacio García (director de escena) nos ubica en un puerto de mar sombrío e industrializado, pero exento de las cursilerías a las que nos tenían acostumbrados con esta obra. La dirección musical, en este caso a cargo de Cristobal Soler estuvo correcta, aunque sin especial intensidad. Sin embargo, los acompañamientos musicales de Marina a cargo de la flauta, nos hacen empatizar con la protagonista en su lío amoroso. El vestuario de Pepe Corzo da el halo onírico al montaje. Particularmente, pienso que el foco sobra.

Los cuatro protagonistas estuvieron más que correctos ensu papel. La soprano madrileña Sonia de Munk resolvió bien el exigente papel de Marina. Más cómoda en los graves que en los agudos (un problema, porque de estos hay muchos) y con un vibrato importante desde el principio, se le va notando las exigencias del libreto, dejando sin luz el rondó final, su momento álgido. Sin embargo, hay que reconocer su bonito timbre y color de voz. Milekdi Atxalandabaso (tenor) nos ofrece un Jorge poco convincente, más preocupado por el canto que por el personaje y todo lo que le rodea. Además, no tiene gran potencia de proyección de la voz, con lo que en determinadas ocasiones era tapado por la orquesta o el resto del reparto. Luis Cansino (barítono) fue el más entregado a su personaje y quien mejor lo resolvió esa noche, tanto en canto como en interpretación. Por otro lado, fue el que peor parafraseaba de los cuatro protagonistas. Simón Amoretti nos ofrece un Pascual un tanto insulso, correcto a nivel vocal, más poco entregado a la causa.

Con todo, es un montaje digno de ver, entretenido, bonito, que saca los aspectos buenos de la partitura y deja a un lado todo lo superfluo y banal. Consiguen que los espectadores salgamos felices y tarareando el tema de Marina. Y eso es de gran valor.

Marina

★★★★☆

Dirección:

Calle Jovellanos, 4

Metro:

Sevilla, Banco de España

ESPECTÁCULO FINALIZADO