Rigoletto en el bicentenario del nacimiento de Verdi - Alfa y Omega

Estos días tenemos la oportunidad de disfrutar en Madrid los que posiblemente sean los dúos, tríos y cuartetos más hermosos que compusiera Verdi a lo largo de su extensa carrera. Con motivo del bicentenario de su nacimiento, la Compañía Lírica de Madrid y la Orquesta Filarmónica Mediterránea ofrecen el grupo de óperas románticas de Verdi: Il Trovatore, Rigoletto y La Traviata. Hasta el 27 de enero podemos disfrutar de Rigoletto, melodrama en tres actos con música de Giuseppe Verdi y libreto en italiano de Francesco Maria Piave, basado en la obra teatral Le Roi s’amuse, escrita por Víctor Hugo veinte años antes. Fue estrenada el 11 de marzo de 1851, en el teatro La Fenice de Venecia. Está considerada por muchos una de las primeras obras maestras operísticas de mediados de la carrera de Verdi.

A estas alturas de su carrera, Verdi ya famoso, se vuelve innovador y más valiente con los temas seleccionados para sus composiciones. Rigoletto es la primera ópera compuesta para un papel principal que no sea tenor, sino barítono, rompiendo así con la hegemonía de tenores y sopranos como roles protagonistas. Además, el riesgo asumido por la temática de la obra, principalmente por el carácter mujeriego del Duque, le crea problemas con la censura italiana del momento. En el libreto original, este personaje díscolo era el Rey de Italia y la obra estaba ambientada en Roma. Debido a esto, Verdi tuvo que cambiar el papel de Rey por un Duque y situar la escena fuera de Roma, en Mantua, para que pudiera ser estrenada.

Con Rigoletto, Verdi y Piave enfrentan a las clases bajas y altas de la sociedad, y muestran la tiranía de estas respecto de aquellas en un tema universal, el amor. Rigoletto, bufón de la corte, es la bisagra que une dos mundos totalmente opuestos, y, como la vida, impone una realidad que nos hace replantearnos una serie de valores. Por un lado está su hija, Gilda, que representa el amor puro, incondicional, casi místico, eterno y sin fisuras, en el cual se antepone la vida del amado a la de uno mismo -así era Rigoletto de joven-. De otro lado, el Duque representa el amor interesado, carnal, cambiante, en el que lo primero es uno mismo sin tener en cuenta a los demás. La obra toca otros temas, como el amor filial, la traición, la venganza, el engaño.

Respecto a la puesta en escena, estas dos compañías nos ofrecen un buen trabajo. La orquesta, dividida en dos zonas, debido a que el foso es demasiado pequeño, realiza una buena interpretación, consiguiendo los matices que el autor escribió, y nos regala algunos momentos realmente buenos. Por otro lado, probablemente por problemas en la dirección musical, hay falta de tensión generalizada en toda la representación, seguramente por el tempo excesivamente lento elegido por el director de la orquesta. A nivel vocal, el barítono, Carlos Andrade, estuvo por encima del resto de sus compañeros, realizando una interpretación dramática y vocal muy creíble. El tenor, José González, que fue un sustituto por indisposición del titular del día, estuvo correcto, mejorando según iba transcurriendo la representación y le iba calentando la voz. La archifamosa y esperada aria cínica del Duque La donna è mobile fue resuelta de manera correcta. Por su parte, la soprano, Graciela Armendáriz, comenzó con problemas de proyección en la voz, algunas frases no se llegaban a oír, que fue corrigiendo con el tiempo. Se la escapó algún falsete en su gran momento, la difícil aria Caro nome, al final del primer acto, lo que la hizo ponerse algo nerviosa. Sin embargo, dando muestras de profesionalidad, supo tranquilizarse y volver templar la voz para darnos muestra de la coloratura de la misma al final de la pieza.

En general, los dúos estuvieron bien resueltos, con algunas diferencias entre los intérpretes. Uno de los momentos cumbres de toda la representación, tanto por su belleza como por la interpretación ofrecida, es el cuarteto Bella figlia dell’amore, en el que Verdi nos sorprende con un contrapunto exquisito. Hay que hacer mención, también, al coro, uno de los puntos fuertes de Verdi, y que tiene su momento álgido al principio del segundo acto.

Particularmente, creo que hay que apoyar y animar este tipo de producciones modestas, no todos podemos ir al patio de butacas del Teatro Real. Pero, ya que una ópera es algo encorsetado, puesto que tienes una música y un texto escrito que se adapta a ella, sería bueno innovar en las puestas en escena, ambientaciones, etc., recogiendo un poco el testigo dejado por Verdi.

Bicentenario de Verdi: Rigoletto

★★★☆☆

Dirección:

Calle Jorge Juan, 62

Metro:

Goya, Príncipe de Vergara

OBRA FINALIZADA