Cuando un mito muere, cómo son las lágrimas derramadas, cómo respira el mundo cuando se queda sin oxígeno, cómo cae la noche sin luna y sin estrellas. Pasó con la muerte inesperada de Kennedy, con los adioses a Elvis y a Marilyn, con el mundo hippy que proclamaba haz el amor y no la guerra, con el asesinato a Martin Luther King, con la caída del Che Guevara en Bolivia, con la construcción del muro de Berlín, con el desengaño de la guerra de Vietnam, con la muerte de Jimmy Hendrix a los 27, con la Guerra Fría sucedida después de la I y de la II Guerra Mundial. Cuando el sueño se torna pesadilla, qué nos queda, aparte de un amargo desencanto.
¿Cómo fueron las lágrimas derramadas en la década de los 60? ¿Cómo despedirnos de aquellos mitos, de aquellos eslóganes, de aquellos batalladores de sueños que pretendían cambiar el mundo, América? El escenario del Teatro Cofidis nos presenta los hijos de una época, a Los hijos de Kennedy. El director de la obra, José María Pou, ha percibido la esencia que desprende el texto de Robert Patrick, el escritor y dramaturgo tejano, que daría a luz en el año 1973.
Cinco personas, cinco sueños frustrados, cinco actores magistrales, cinco monólogos de la historia, cinco soledades encontradas en un bar que narran cómo se vivieron los 60. Wanda, encarnada por Emma Suárez, se recrea en la gloria de Kennedy, el segundo presidente más joven de Estados Unidos que sería asesinado un 22 de noviembre de 1963 en Dallas, Texas. Sparger, caricaturizado con maestría por el actor Fernando Cayo, representa al actor gay y transgresor que vive las incertidumbres de los teatros independientes de New York. Ariadna Gil es Rona que recuerda, entre copa y copa, el nacimiento del mundo hippy nacido en un barrio de San Francisco donde las drogas sirven para imaginarse otros mundos. Mark, representado por Alex García, es el soldado que ha sobrevivido a la guerra de Vietnam pero sigue formando parte de ella, sus traumas no se han curado y aún sigue interrogándose porqués. Maribel Verdú da vida a Carla, la mujer que desea ser igual de deseada como Marilyn, que se pierde en sustituir la belleza externa por un vacío interior que no es capaz de llenar, por un éxito que nunca termina por llegar…
El Teatro Cofidis ha montado un escenario idóneo para una obra que no tiene fecha de caducidad. Hoy, también, muchos son los soñadores que buscan espacio en un mundo repleto de cortapisas, donde los miedos están vinculados al paro y donde todo está por hacer, especialmente, entre los más jóvenes. Han pasado 50 años y, sin embargo, parece que fue ayer. Aunque Los hijos de Kennedy se estrenó el pasado 11 de octubre en Madrid, los aplausos anoche se repitieron, con la misma intensidad.
★★★★★
Calle Alcalá, 20
Sevilla
OBRA FINALIZADA