Los capellanes taurinos se reivindican: «Los toreros se agarran a la fe» - Alfa y Omega

Los capellanes taurinos se reivindican: «Los toreros se agarran a la fe»

Igual que los capellanes de circos, hospitales o cárceles, los de los cosos piden ser nombrados de forma oficial

Begoña Aragoneses
Ortega Cano, el doctor Enrique Crespo, el cardenal Baltazar Porras y el novillero Esteban Gordillo, durante el encuentro
Ortega Cano, el doctor Enrique Crespo, el cardenal Baltazar Porras y el novillero Esteban Gordillo, durante el encuentro. Foto cedida por Francisco Pérez.

El I Encuentro Internacional de Capellanes Taurinos celebrado a principios de abril en Zamora se fraguó en una fiesta campera el pasado octubre. «Nos dimos cuenta de la importancia del capellán cuando nadie quiso empezar a comer ni a torear hasta que no vino el cura». Quien lo cuenta es Francisco Pérez Moro, coordinador de la Asociación Internacional de Tauromaquia, que, en colaboración con la Delegación de Patrimonio de la diócesis de Zamora y entidades civiles, impulsaron unas jornadas para reivindicar la figura del capellán de toros. Igual que hay de hospitales, de equipos de fútbol, de prisiones o de circos. Entre los objetivos se encontraba el de pedir que sean nombrados oficialmente por los obispos. La respuesta a la convocatoria superó todas las expectativas —participó una cincuentena de capellanes y sacerdotes aficionados al mundo del toro— y los frutos no tardaron en llegar. Pocos días después, el obispo de Albacete nombraba un capellán oficial para la plaza de toros.

Víctor Carrasco, sacerdote desde hace diez años y aficionado a los toros desde niño, torea con sotana
Víctor Carrasco, sacerdote desde hace diez años y aficionado a los toros desde niño, torea con sotana. Foto: Alberto Hernández.

El cardenal venezolano Baltazar Porras, entusiasta de la Fiesta, presidió el encuentro, y destacó cómo los sacerdotes están para cubrir las necesidades allá donde se los requiera. Y, en el toreo, se necesita que estén. Que básicamente es eso: que el capellán esté en la plaza, en la capilla junto al patio de cuadrillas, para que el torero, cuando pase por ella antes de la corrida, pueda rezar con él, recibir una bendición, llenarse de paz. Confesarse. Lo sabe bien Esteban Gordillo, 20 años, novillero que también participó en el encuentro y que nos explica, con rotunda sencillez, kerigmáticamente diríamos —afianzó su fe en un retiro Bartimeo en Toledo—: «Para los cristianos, la muerte es el principio de la vida, y este comienzo es más fácil si antes has hablado con un cura, te has confesado». A la hora de ir aunque sea a tentar, «si no he rezado el rosario o no he ido a Misa, no me siento igual de seguro», asegura. Como apunta Pérez Moro, «los toreros, en un momento tan trascendente en el que se juegan la vida, se agarran a la fe». Gordillo tiene cada vez más claro que va a ser matador de toros «y, si Dios quiere, un figura». Como el maestro con el que compartió mesa, Ortega Cano, al que se le ha administrado tres veces la Unción de Enfermos en la plaza tras cogidas muy graves; y el cirujano taurino Enrique Crespo, que operó a Fran Rivera de una cornada gravísima en Huesca en 2015 y contó que lo único que dijo antes de ser intervenido fue un «¡viva la Virgen del Rocío!».

El cardenal Porras da la vuelta al ruedo tras torear una vaquilla durante el encuentro en Zamora
El cardenal Porras da la vuelta al ruedo tras torear una vaquilla durante el encuentro en Zamora. Foto cedida por Francisco Pérez.

También impulsor del encuentro fue el joven sacerdote Víctor Carrasco, de la archidiócesis de Toledo, aficionado desde niño a los toros. «Toreo con sotana —cuenta para Alfa y Omega— porque simplemente mi presencia ya refiere a Dios». A él su obispo, Francisco Cerro, cada vez que le ve, le pide por favor que tenga cuidado, que «no estamos para perder curas». Lo primero que tiene que tener un sacerdote para ser capellán taurino es, subraya Carrasco, «que le guste la Fiesta; con mayúsculas, no con minúsculas», y ríe ante la matización. Y después, humildad. «Estás ahí por lo que eres, sacerdote, en un mundo que se te puede subir a la cabeza». Durante la corrida, cuenta, el capellán se coloca en el burladero de médicos, «que allí están los del cuerpo y los del alma»; pero su labor no solo se limita al festejo taurino. Cuántos se han hecho amigos de los toreros, han participado en sus festejos familiares, han bautizado, han casado… «A las 16:00 horas empiezo a vestirme; quiero que estés en el hotel», en ese momento que ya es de silencio, de recogimiento. Después, en el coche, con la cuadrilla, como uno más. Y ahí está cuando el torero, vestido de luces, salta al ruedo para el paseíllo y hace esa cruz en la arena con el pie, «como los primeros cristianos cuando salían al circo a morir mártires».

La Fiesta internacional

De México llegó a Zamora el padre Ranulfo Rojas, capellán de la plaza de toros de Tlaxcala. El estado mexicano más pequeño, con 1,3 millones de habitantes, tiene 39 ganaderías de toros bravos. «Tlaxcala no se entiende en sus fiestas religiosas sin las fiestas de los toros». Nos habla de la Corrida de las Luces en honor a la Virgen de la Asunción, el 14 de agosto por la noche, que empieza en la plaza con una procesión y una oración, o de la Corrida de Gloria, antes de la Vigilia Pascual. Y cuenta lo que él trabaja en la pastoral taurina: los valores y la tradición y la analogía de la Fiesta con la liturgia. «Los tres tercios, los tres círculos en la arena, los tres pares tienen una connotación trinitaria; los colores litúrgicos se equiparan con las vestiduras de los subalternos en su propia nomenclatura: nazareno, purísima, obispo…; el callejón, que separa el momento profano del tendido del momento sagrado de la arena, como una sacristía…». Habla de espiritualidad y ética taurina más allá de nuestra fronteras.