Pío V, el Papa que prohibió los toros y cambió la cristiandad - Alfa y Omega

Pío V, el Papa que prohibió los toros y cambió la cristiandad

Se cumplen 450 años de la muerte del Pontífice dominico que reformó la Iglesia de su tiempo y que canceló los toros bajo pena de excomunión

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
‘Retrato de Pío V’. Bartolomeo Passarotti. Walters Art Museum, Baltimore.

Al Papa Pío V se le conoce por haber prohibido en toda la cristiandad la celebración de las corridas de toros. Lo hizo en 1567, nada más subir a la sede de Pedro, pero más allá de esta anécdota histórica, el dominico Antonio Ghislieri llevó a cabo numerosas reformas que llevaron mucho bien a la Iglesia de su tiempo.

Nacido en 1504 en Alessandría (Italia), a los 14 años entró en la Orden de Predicadores, donde alcanzó una notable formación que le dio cierto prestigio como teólogo, por lo que fue llamado por Pablo IV al cardenalato. En 1566, a los 62 años de edad fue elegido Papa, y desde Roma elaboró una serie de reformas que han perdurado en la cristiandad hasta el día de hoy.

Básicamente, concretó las orientaciones del Concilio de Trento en normas concretas, como un Catecismo para párrocos, «que entonces estaban muy necesitados de formación», explica el dominico Martín Gelabert, maestro en Sagrada Teología, el máximo honor que la Orden de Predicadores concede a sus teólogos más destacados.

«Este Catecismo es tan bueno que yo he utilizado algunas partes en mis clases con mis alumnos. El siguiente catecismo llegó más de cuatro siglos más tarde, después del Concilio Vaticano II», dice Gelabert, que considera al santo «un adelantado a su tiempo».

Al Papa dominico se debe también la difusión de la Summa Teológica de santo Tomás de Aquino, a quien proclamó doctor de la Iglesia en 1567, haciendo de él «el teólogo de referencia durante mucho tiempo», afirma Gelabert.

En ayuda de los sacerdotes, el Papa publicó la primera edición del Breviario, una herramienta para ayudarles a rezar. También instituyó las mismas normas de la Misa para toda la cristiandad, un misal que estuvo vigente en la Iglesia también por cuatro siglos, hasta el Concilio Vaticano II.

El dominico Martín Gelabert, delante del cuerpo de san Pío V, en Roma. Foto cedida por Martín Gelabert. Foto cedida por Martín Gelabert.

Además de cuidar del clero tanto en su vida litúrgica como en su vida moral, el Papa ordenó que todos los obispos residieran en sus diócesis, poniendo fin a una relajación de costumbres que llevaba mucho tiempo haciendo daño a la Iglesia y al pueblo de Dios.

En 1571, Pío V catalizó todas las fuerzas militares de la cristiandad para hacer frente a la amenaza turca, lo que consiguió en la batalla de Lepanto, en 1571, una victoria que atribuyó a la intercesión de la Virgen. Quizá por este motivo «fue un gran promotor del Rosario, el Papa que más ha escrito sobre esta oración», afirma Martín Gelabert.

Como curiosidad, el día en que fue elegido Papa le invitaron a ponerse las vestiduras de color morado que hasta entonces habían caracterizado a los Pontífices, «pero él dijo que no se quería quitar el hábito blanco de los dominicos, y este es el motivo por el que hoy los Papas visten de blanco», dice Gelabert.

El Papa murió el 1 de mayo de 1572, hace ahora 450 años, después de haber puesto en práctica las directrices de Trento y tras haber defendido la cristiandad de sus enemigos, tanto interiores como exteriores.