LOMCE, una ley que nace con demasiados agujeros - Alfa y Omega

LOMCE, una ley que nace con demasiados agujeros

A pesar de las críticas que ha generado entre partidos y medios afines a la izquierda y al nacionalismo, la LOMCE introduce cambios positivos en el sistema educativo, a la luz de las recomendaciones de instancias internacionales. Sin embargo, y más allá de asuntos como la clase de Religión, o la enseñanza del catalán, los profesionales de la educación lamentan que el Gobierno del PP haya traicionado su programa electoral al tomar como modelo la LOE, y se haya quedado corto al eliminar lastres pedagógicos como la promoción semiautomática, o el desprecio a las Humanidades

José Antonio Méndez

Mejorar una legislación que, desde la LOGSE de 1990, ha causado en España el doble de fracaso escolar y de abandono escolar temprano que en el resto de países de la OCDE; que ha mermado el número de alumnos con alto expediente a la mitad del promedio europeo; que ha propiciado miles de agresiones a docentes (más de 21.000, desde 2005, denunciadas ante el Defensor del Profesor); y que ha discriminado a quienes optaban por modelos como la enseñanza diferenciada o la escuela concertada, no era demasiado difícil. Y eso, sobre el papel, es lo que ha buscado el Proyecto de Ley Orgánica de Mejora de la Calidad de la Enseñanza (LOMCE), que aprobó el pasado viernes el Consejo de Ministros, y que el Gobierno prevé aprobar en otoño.

Si bien los 11 folios de la Exposición de Motivos que antecede al articulado se adhieren a algunos de los estándares que la OCDE, la UNESCO y la UE –así como buena parte de la comunidad docente internacional– consideran esenciales para construir un buen sistema educativo, los expertos denuncian que el desarrollo de la ley deja demasiados boquetes abiertos, por los que se cuela lo peor de la pedagogía LOGSE. Fuentes del Ministerio de Educación y del Grupo Popular han reconocido a Alfa y Omega «el primer y más grave error» que lastra la ley: «El problema matriz es que no hemos hecho una ley desde cero, ni siquiera hemos partido de la LOCE, que era nuestro modelo, sino de la LOE que hicieron los socialistas en 2006. Eso ha disgustado a los sindicatos profesionales que nos podrían haber ayudado, ha dividido al partido, y ahora tocará trabajar en el trámite parlamentario para introducir mejoras». El motivo de ese descontento se debe, según las mismas fuentes, a que «no es posible eliminar los defectos de la LOE con parches. La ley se ha hecho en la Secretaría de Estado como si fuese un laboratorio, sin conocer la realidad de las aulas, y diciendo que se escucha a todo el mundo, pero sin tener en cuenta que lo que importa no es escuchar a todos, sino hacer caso a los que más saben».

La LOMCE tiene un único artículo: La modificación la LOE. Posteriormente, se señala en qué artículos de esa ley se introducen cambios. Y curiosamente, entre las modificaciones que no se han llevado a cabo hay un cierto consenso entre los sindicatos profesionales de la escuela pública y concertada (como ANPE, USO, FSIE y CSI-F), las patronales de centros (como CECE y FERE-Escuelas Católicas), y las asociaciones familiares (como CONCAPA y COFAPA). Éstas son, a grandes rasgos, algunas carencias de la ley que denuncia la comunidad educativa:

• Mantener la promoción automática. La LOMCE permite pasar de curso y obtener el título de la ESO con 2 suspensos, si no coinciden Matemáticas y Lengua. En la LOE se pasaba con 3, e incluso con más, si el claustro lo aceptaba. Cuando estaba en la oposición, el PP, por boca de su entonces portavoz de Educación, don Juan Antonio Gómez Trinidad, explicaba a Alfa y Omega que «no es realista pensar que un chico de 4º de la ESO, que lleve sin aprobar una asignatura desde 1º, merece el mismo título que otro que apruebe todo con buena nota, y que, además, ese chico va a comportarse bien en un aula en la que no entiende nada y se aburre».

• Exclusión de las Humanidades. Aunque se recuperan materias como Geografía e Historia, o Lengua y Literatura, en la ESO, o Latín y Griego, en Bachiller, la LOMCE permite que un alumno no tenga por qué cursar, en 13 años de escolarización, Cultura clásica, Música, Filosofía…

• Carencias en Primaria e Infantil: La ley no contempla mejoras en Infantil y Primaria, niveles en los que se gesta (o corrige) el fracaso escolar.

• Deficiente financiación: Sindicatos y patronales lamentan que la LOMCE no esté dotada de una memoria económica que permita una inversión que garantice la permanencia de los conciertos; la calidad de la pública y la selección de los mejores profesionales para la docencia.

No obstante, la LOMCE también introduce cambios positivos:

• Itinerarios en la ESO, y FP dual: 4º de la ESO se convierte en un curso de iniciación al Bachillerato o a la FP, de modo que se adelanta la capacidad de elección de los alumnos, para aprovechar las cualidades de cada joven. Además, se implantará una FP dual, más pegada a las necesidades reales de las empresas.

• Pruebas externas: imitando modelos europeos, se harán pruebas nacionales –externas a los centros– en 3º y 6º de Primaria, de lectura, cálculo y competencias científicas, y en 4º de la ESO (que contarán para obtener el título) para evaluar conocimientos, lectura, razonamiento crítico y relación de varias materias.

• Respeto a la Religión: La clase de Religión (católica o no) será de oferta obligatoria, optativa para los alumnos, tendrá alternativa (Valores Sociales y Cívicos, en Primaria, o Ética, en Secundaria), contará para la media de la ESO y, en contra de lo que se dice, su estatus no es equiparable al de las troncales (Biología, Lengua, Matemáticas…), sino al de las específicas u optativas (Educación Física o Música).

En resumen, una reforma que aporta notables aciertos, pero que aún arrastra grandes carencias que deben ser subsanadas para que, como dice la Exposición de Motivos, nuestro sistema forme «a personas activas con autoconfianza, curiosas, emprendedoras e innovadoras, deseosas de participar en la sociedad a la que pertenecen, de crear valor individual y colectivo, capaces de asumir como propio el valor del equilibrio entre el esfuerzo y la recompensa».