Lo que se dijo (además) en el congreso. En el principio fue la evangelización - Alfa y Omega

Lo que se dijo (además) en el congreso. En el principio fue la evangelización

El Congreso Católicos y Vida Pública lleva catorce años dando voz a aquellos que más tienen que aportar a la construcción de la ciudad del hombre. Las intervenciones de la edición que acaba de concluir han abordado el derecho a la libertad religiosa para dar un paso más; hoy, ante la descomposición moral de Occidente, hay que empezar de nuevo por el principio: es necesario evangelizar

Redacción
Un momento del Congreso Católicos y vida pública.

Agustín Domingo Moratalla, catedrático de filosofía moral y política: «No hay que tener miedo a ser minorías significativas, a denunciar el analfabetismo religioso de la sociedad en la que nos encontramos».

Juan Carlos Domínguez, rector de la Universidad CEU San Pablo: «La libertad religiosa es más que una libertad de culto: garantiza a los ciudadanos el derecho a contribuir a la vida en común de toda la sociedad».

Darío Chimeno, director de Mundo Cristiano: «Una de las manifestaciones de la libertad religiosa es la presencia pública de la religión; es decir, la libre presencia pública de la religión».

María Encarnación González, directora de la Oficina para la Causa de los Santos, de la Conferencia Episcopal Española: «Un cristiano no puede renunciar ni a la libertad ni a la búsqueda de la verdad, pero siempre dentro de una propuesta de diálogo, tratando de buscar entre todos la verdad que compartimos».

Viktor Orban, primer ministro de Hungría: «Una Europa cristiana habría advertido que cada euro que se pide hay que trabajarlo. Una Europa cristiana no habría permitido que países enteros se hundieran en la esclavitud al crédito».

Fernando Díez Moreno, abogado del Estado: «Una sociedad moralmente sana y fuerte, con creencias y dispuesta a la defensa de los valores, está mejor preparada para combatir la crisis económica. El tratamiento contra la crisis moral es: ejemplaridad, lucha contra la ideología de género, educación en valores y lucha contra la crisis moral».

Carlos Rodríguez Braun, catedrático de Historia del Pensamiento Económico: «No podemos entrar en problemas de fondo que nos afectan pensando que es la política la que los va a resolver. Tengo más confianza en la sociedad civil que en la política».

Salvador Sánchez-Terán, exministro: «Es desde la sociedad civil desde donde hay que abordar las crisis morales. Es una tarea de cada uno, mediante una adicional entrega a los demás o al servicio de la comunidad».

Juan Caamaño, director de las Jornadas Católicos y Vida Pública: «Han pasado cincuenta años desde el Concilio Vaticano II, y hoy son muchos los católicos para quienes este Concilio les queda tan lejano como el de Trento. Por eso es tan necesario hablar del Concilio y del período postconciliar».

Diego Armario, exdirector de Radio Nacional de España: «Siempre son buenos contra malos, y son siempre los malos los que están enfrente. La gente no es consciente de que vivimos otros tipos de crisis, además de la económica, que no sabemos cuándo se solucionarán. Esta crisis financiera está ocultando a las otras crisis».

Isabel Tocino, exministra: «No sólo se trata de aceptar nuestra responsabilidad, sino de renovar nuestro compromiso. Si queremos profundizar en la vida, hay que poner a Dios en nuestro día a día para recuperar la fe y la esperanza perdidas».

José Ramón Recuero, abogado del Estado: «Lo peor del siglo XXI es considerar el aborto un derecho. La vida merece respeto desde el principio hasta su fin. Pueden llamarlo preembrión, célula, microorganismo…, pero seguirá siendo un embrión que ya tiene vida».

Nicolás Jouve, catedrático de Genética: «Son la dimensión espiritual y el carácter moral los que hacen del ser humano una especie única. El comportamiento ético es el que ha contribuido a la supervivencia del hombre, pero para ello es necesario el respeto y el amor a la vida».

Fernando Giménez Barriocanal, presidente de la Cadena COPE: «Frente a la desesperanza, Evangelio. Es imprescindible que el portador de la Buena Noticia tenga una conversión del corazón. Sin conversión, no hay evangelización. Como mucho, podré contar ideas…, pero el mensaje a transmitir es el Evangelio, algo muy claro. Y hay que evangelizar desde la experiencia personal; la gente está cansada de discursos vacíos. Hay que evangelizar la familia, el ámbito más próximo, que los hijos vean la fe de sus padres, cómo se piden perdón, cómo el Evangelio se puede acercar a la familia. Hace falta un anuncio explícito del Evangelio en la calle; no es algo sólo de la capilla. En mi trabajo se tiene que diferenciar, en mi relación con el dinero, con la gente… Eso también es evangelizar».