«Lo que importa de verdad son las capacidades, no las discapacidades»

Para un ciego, la forma de ver las cosas es tocarlas. Y tocándolas, evoca lugares y recuerdos. Por eso, cuando Diego Soliviers, socio fundador de Timpers, toca el producto que para él es su «ojito derecho» —una zapatilla de fieltro verde con el talón de corcho—, le transporta a su niñez, al campo, al pueblo de sus abuelos, a los bosques, al césped…

Un robo en su almacén a principios de agosto ha dado visibilidad a Timpers, que calzará al equipo paralímpico en Tokio 2020. Los ladrones se llevaron mil pares de zapatillas, más de la mitad del stock almacenado para las ventas de agosto y septiembre. «Ya teníamos preparada la colección invierno-otoño y, como la fábrica cierra por vacaciones, vamos a estar un mes y medio sin zapatillas». Y esto es «un problemón» porque, «por mucho carácter social que tengamos, somos una empresa».

Soliviers introduce aquí el rasgo distintivo de Timpers: el 100 % de la plantilla tiene alguna discapacidad, por lo que su trabajo se entiende como una «normalización» de la discapacidad, «más que una inclusión o integración». «Nosotros somos gente más que capacitada; lo que importa de verdad son las capacidades, no las discapacidades».

En realidad, este carácter social fue sobrevenido. La andadura de Timpers se inicia a mediados de 2018. «Aitor, que tiene fibrosis quística, y Roberto, trasplantado de un riñón que le donó su madre, eran técnicos del equipo de fútbol de ciegos de la ONCE de Alicante, y yo, jugador», cuenta Diego, que es ciego. Los dos primeros, jóvenes emprendedores, habían realizado unas zapatillas que presentaron a los jugadores para pulsar su opinión. La sorpresa fue «que les describíamos mejor nosotros las zapas tocándolas, por dentro, por fuera, la suela, que viéndolas ellos».

Así que se les ocurrió unir fuerzas y contar con Diego para el diseño. Se presentaron a un concurso de la Universidad de Alicante y el proyecto «tuvo tanta repercusión» que decidieron pivotar la empresa, ya los tres como socios fundadores. «Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que teníamos cada uno una discapacidad; hay dos millones de discapacitados en edad laboral y tres de cada cuatro están sin trabajo, así que decidimos seguir creciendo en ese sentido». Con el tiempo han incorporado a Héctor, con una discapacidad intelectual, y a Aroa, con una enfermedad rara autoinmune.

Hechas por ciegos «para todo el mundo»

Timpers se ha trasladado recientemente de Alicante a Valencia porque entraron en el proyecto Lanzadera, una incubadora de empresas que puso en marcha Juan Roig, presidente de Mercadona, para fomentar el emprendimiento. A pesar de todo, ellos siguen diciendo que sus zapatillas son made in Alacant porque todos los productos son alicantinos, también la fábrica donde las hacen.

Aunque «predicamos la accesibilidad en cada detalle», Diego aclara que son «zapas casual hechas por ciegos para todo el mundo, ¡los pies no tienen ojos!». Así, todas están diseñadas a través del tacto y a partir de contrastes de texturas y materiales; también cromáticos, ya que en personas con visión reducida «la mano siempre se va al contraste de color»; en los laterales tienen bordada la marca en braille, con puntitos; todos los modelos van con cordones redondos, «que son más fáciles de atar y es más complicado que se hagan nudos»; y en el envío se incluye una carta de agradecimiento en tinta y en braille. Siempre, usando materiales reciclados «para aportar nuestro granito de arena en la sostenibilidad», y con «la idea de que cada zapa transmita algo».