Las relaciones entre la Iglesia y el Gobierno de Cuba. La Iglesia está cambiando el corazón de muchos - Alfa y Omega

Las relaciones entre la Iglesia y el Gobierno de Cuba. La Iglesia está cambiando el corazón de muchos

Monseñor Angelo Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado, fue nuncio de Su Santidad en Cuba desde 2009 hasta 2011. En esta entrevista al Centro Televisivo Vaticano, explica cómo se encarna la acción de la Iglesia en la vida social cubana y cómo está transformando la concepción que se tiene de ella en la isla, incluso entre muchos políticos

Redacción

¿Cómo son las relaciones entre la Iglesia y el Gobierno cubano?
Las relaciones entre el Estado y la Iglesia son bastante buenas. Hace apenas dos años celebramos los 75 años de nuestras relaciones diplomáticas. Al mismo tiempo, está claro que el verdadero termómetro para valorar esta situación es ver cómo están las relaciones entre el Gobierno y la Iglesia local. En este sentido, hay que decir que, sobre todo después de la visita de Juan Pablo II, son relaciones mucho más fluidas y eficientes, porque la Iglesia ha adquirido mayores espacios para ejercer su misión. Se puede decir que ha logrado salir de la sacristía, para desarrollar una mayor actividad catequética, así como para llevar a cabo su labor caritativa. La Iglesia se ha convertido, de esta manera, en un punto de atracción para muchas personas que la habían abandonado, o que no la conocían. En síntesis, las relaciones se asientan sobre un diálogo sincero, un diálogo en el que la Iglesia puede decir a los gobernantes aquello que piensa, aquello que considera que es lo mejor para el pueblo cubano.

Esta visita del Papa Benedicto XVI, ¿puede ser como la de Juan Pablo II, que cambió la vida de los fieles cubanos y disipó la desconfianza de muchos políticos de la isla hacia los católicos?
Todavía hay reservas entre algunos que parten de una cierta idea del Estado, pero en muchos políticos ya se ha disipado esta desconfianza. Hace unos años, un miembro de la Asamblea Popular me confió que tenía una gran admiración por la Iglesia, por el trabajo que estaba realizando con los pobres. Un compañero suyo del partido se quejaba y decía que no se nos debería permitir, que se trataba de una labor que debería realizar en exclusiva el Gobierno o el partido. Él respondió: «Entonces, ¿por qué no lo hacemos? Si ellos lo hacen, deberíamos estar contentos, y alabar la obra que están realizando». Algunos entienden bien cuál es la acción verdadera y genuina de la Iglesia; otros siguen bloqueados en una cierta visión de la vida y de la sociedad.

La acción de la Iglesia —del cardenal Ortega, en particular— en un delicado papel de diálogo y mediación en esta fase importante de la historia de Cuba, ¿está siendo lo suficientemente reconocido por el Gobierno?
El hecho mismo de que hayamos sido llamados para hacer de intermediarios significa que la Iglesia es considerada y que tiene la aprobación del Gobierno. Está siendo reconocida en la labor que está desarrollando. También existe una gran admiración por todo aquello que está realizando la Iglesia en contacto con la gente. No podemos hacer grandes cosas, no contamos con muchos medios, pero tenemos la fuerza del Evangelio. Por ejemplo, en el año 2008, durante el terrible huracán que tantos daños provocó en buena parte del país, la Iglesia estuvo en primera línea de ayuda a toda la población afectada. Fue una colaboración con el Gobierno, y el Gobierno apreció mucho la labor de la Iglesia. Ésta es la grandeza de la Iglesia: aunque se vea privada de medios externos, de escuelas o de hospitales, sigue caminando reforzada por el Espíritu Santo, por la fuerza del Evangelio y por la actividad caritativa. Esto ha cambiado el corazón de muchas personas, y ha hecho posible que la gente admire a la Iglesia.