«La tristeza es de personas egoístas», les dice el Papa a un grupo de niños
¿Cómo podemos testimoniar el Evangelio con alegría? ¿Cómo podemos seguir adelante con nuestro testimonio? El Papa Francisco respondió este domingo a varias preguntas de los niños y jóvenes del oratorio de la Parroquia Maria Regina Pacis de Ostia Lido, en el sur de Roma
«La alegría viene de dentro», dijo Francisco definiendo a los chicos que le esperaban en el patio externo de la Iglesia como chicos «con el corazón inquieto» y «los zapatos pesados», es decir, de quien camina mucho como los Scout y los trabajadores.
La tristeza no es de Dios
Desde una tarima de madera muy sencilla, el Papa explicó a los niños que «la alegría no se compra aquí en el mercado, no es el premio en el Luna Park». En tono paternal, les dijo: «La alegría es un don que debemos pedir. ¡Señor dame la alegría! No tener la cara de tristeza, de melancolía». Y les animó a buscar la alegría de la «persona que sabe siempre mirar las cosas positivas de la vida y ofrece esta positividad a los demás».
Francisco les instó a pedir «la alegría» al Espíritu Santo. «Sí yo estoy triste, y estoy perezoso. Debo pedir la alegría al Espíritu Santo y él la concederá ¡Por favor! una sonrisa natural, no de cartón. Una sonrisa que viene del alma».
En este sentido, el Papa confirmó que las personas que sonríen «siempre tiene el sol dentro, es la luz del Espíritu Santo» y añadió que hay que «pedir esta gracia de dar luz y alegría a los demás».
Hay momentos difíciles
Luego, el Papa admitió que hay momentos difíciles para las personas dónde la alegría parece alejarse. «Padre, en los momentos difíciles la alegría se esconde. La alegría se va».
Entonces, exhortó a «sufrir los momentos difíciles con dignidad», pero con la «esperanza de que el Espíritu Santo» conceda nuevas fuerzas. «¿Qué concede el Espíritu Santo en los momentos de dificultad? Él nos da la consolación» para pasar los momentos difíciles.
La tristeza es de los egoístas
«No a la tristeza. La tristeza es de las personas egoístas que quieren todo». Y al final invitó a los niños a compartir con los demás. «Si tengo dos caramelos, doy uno a mi compañero».
«Él mundo tiene necesidad de este testimonio de ustedes jóvenes, scouts, muchachos. El testimonio de un corazón inquieto es lo que Dios les pide», invitó a la nueva generación.
La vida está hecha de decisiones
Respondiendo a los chicos del oratorio, el Pontífice también habló de las tentaciones y las decisiones de la vida.
«Hoy es una jornada de tentación. Una jornada de sol y mar. Ustedes prefirieron venir aquí. En la vida siempre se debe escoger. Hay decisiones difíciles, decisiones que no son de las mejores, pero sí tengo que hacer las tareas y, en cambio, prefiero ir a la calle a jugar. Esta es una decisión equivocada. Será divertida, pero no te dará la alegría. Una alegría que viene de adentro».
Hay que saberse levantar ante los golpes de la vida
«Todos caemos, pero lo importante es alzarse con la gracia de Dios. Todos comentemos errores, pecados. Sí, soy un pecador, pero voy adelante, y éste es el testimonio que ustedes pueden dar y del cuál el mundo tiene necesidad».
«El testimonio de los jóvenes, los niños, de seguir adelante e ir más allá. Somos débiles pero debemos ir adelante. ¡Entendido! Esto les dará la alegría», añadió Francisco.
Con los enfermos y ancianos
En la misma tarde, el Papa encontró en el gimnasio y en el salón de la parroquia a varios grupos: a los enfermos y los ancianos, y los esposos que bautizaron los niños el año pasado.
Asimismo, Francisco entró al confesonario de la parroquia para oír a algunos penitentes. Luego, presidió la misa antes de volver al Vaticano.
El párroco Ludovico Barbángelo señaló que la visita del Obispo de Roma ha sido un impulso para testimoniar la belleza y la cercanía del Evangelio.
La parroquia que acogió al Papa tiene más de 90 años y cuenta con más de 18 mil fieles, ubicada en Ostia Lido, sur de Roma, raya la costa del mar Tirreno, además acoge la ciudad antigua (ostia antica) y las ruinas del puerto del Imperio Romano.
La Iglesia María Regina Celli está en el corazón de un mega barrio con alrededor de 240.000 habitantes, ubicada a 45 kilómetros del Vaticano.
Ary Waldir Ramos Díaz / Aleteia