Padre Jamal Khader: «La solución de los dos estados no es posible» - Alfa y Omega

Padre Jamal Khader: «La solución de los dos estados no es posible»

El padre Jamal Khader, palestino, es párroco de la Sagrada Familia en Ramallah. Sacerdote en el Patriarcado latino de Jerusalén, es profesor de Teología Dogmática en el seminario de Beit Jala y en la Universidad de Belén. Ha pasado por la sede de la Casa Árabe en Madrid para dar una conferencia sobre los 70 años de la Nakba, por la que miles de palestinos tuvieron que huir de sus hogares tras la creación del Estado de Israel en 1948

Cristina Sánchez Aguilar
Una mujer muestra un pañuelo palestino frente a unos jóvenes israelíes, con su bandera nacional, en la puerta de Damasco, en Jerusalén. Foto: AFP Photo/Ahmad Gharabli

Venía usted a hablar a España del futuro del pueblo palestino en el 70 aniversario de la Nakba, pero no se imaginaba que con la noticia de más de 60 personas asesinadas pocos días antes en la Franja de Gaza.
Después de lo sucedido vemos todavía más lejos un futuro de paz, especialmente con la actual política del Gobierno de Israel. No reconocen los derechos de los palestinos a tener un Estado, no hay sitio para nosotros al oeste del Jordán.

¿El movimiento de la embajada a Jerusalén ha reafirmado la exclusividad israelí?
Efectivamente. Y Jerusalén no es judía, ni tampoco cristiana ni musulmana: es para todo el mundo. Pero el movimiento de Trump refuerza que solo una parte tenga los derechos y los demás deban marcharse. Este acto tiene un simbolismo peligroso.

Entonces, ¿la tan nombrada solución de los dos estados no es el camino?
Personalmente creo que esto no será posible. Debemos ser realistas: tenemos colonos en todas partes, hay muros de separación, nos controlan la tierra y los recursos… no hay ninguna intención del Gobierno israelí de crear dos estados. Creo que necesitamos pensar más sobre la solución de un estado, pero no como en el que vivimos ahora —un estado de apartheid— sino un estado democrático. En este momento, si eres judío, vives con todos los derechos como ciudadano. Si eres palestino, no. El ejemplo de la vida en Jerusalén es muy claro: los palestinos que viven en el este de la ciudad no son ciudadanos, son solo habitantes. Tienen una tarjeta de identificación que les permite vivir allí, pero si salen durante un tiempo pierden esta tarjeta y sus privilegios, porque no son considerados ciudadanos.

Pero la solución de un único estado tiraría por tierra el eterno debate internacional sobre el reconocimiento del Estado palestino al que, según datos de 2017, se han adherido ya 137 países.
Es demasiado tarde para seguir debatiendo. ¿Hasta cuándo debemos esperar? La autoridad palestina no tiene ningún tipo de jurisdicción, Israel es cada vez más agresivo… Están empujando a la gente joven a perder la esperanza, y están dejando el país o cometiendo actos de violencia. La gente se encierra en la religión y es así como se crean los fundamentalistas. Pero el fundamentalismo y la fuerza no resuelven ningún problema. ¿Cómo damos entonces esperanza a la gente joven?

Usted es profesor en la Universidad de Belén, en un instituto, en el seminario… ¿La educación es una herramienta de esperanza?
No es sencillo convencer a los palestinos sobre la paz. Cuando discutimos sobre la no violencia, por ejemplo, me dicen que no funciona contra un estado que utiliza la fuerza. Saber cómo enseñar a las generaciones jóvenes los valores de justicia, paz, reconciliación, dignidad… es mi misión, pero los jóvenes no son pacientes. ¿Cómo convencerlos de que podemos vivir juntos si están viviendo entre violencia? El mensaje que da Israel es que con la fuerza puede imponer la solución que quiera, sin respetar la vida ni los derechos humanos.

No todos los israelíes apoyan a su Gobierno. De hecho, hay una profunda división en la sociedad.
Es cierto, hay gente que quiere la paz. Pero los políticos están creando miedo entre la población, y lo están haciendo muy bien a través de los medios de comunicación. Y la gente que tiene miedo busca líderes fuertes. Los movimientos de paz en Israel son muy débiles, porque si crees en la paz con los palestinos serás tratado como un naíf. El muro de separación no solo es físico, es una separación psicológica que hace que los israelíes crean que los palestinos son solo números y que para los palestinos los judíos sean el Ejército o la Policía.

Foto: LPJ-Thomas Charrière

¿Qué papel juega la religión en el conflicto?
Es un problema territorial convertido en político, pero es cierto que hay gente que quiere convertirlo en un problema religioso. Los fundamentalistas tienen la idea de que esta tierra les pertenece, porque «Dios lo dice así». Y esto sucede tanto desde el lado judío como desde el islámico y el cristiano. Esto sitúa la religión como un hecho negativo en el conflicto. Pero la religión tiene justo la misión contraria: mantenernos más cerca, mostrarnos que nuestros vecinos son nuestros hermanos. Cuando comencemos a verlos así podremos vivir juntos.

Entonces, ¿el diálogo interreligioso podría aportar para poner fin al conflicto?
Primero tiene que llegar un cambio real, y entonces el diálogo será fructífero. Ahora podríamos hablar, pero cuando volvamos a casa seguirá ocurriendo lo mismo. De todos modos, en este momento es difícil convencer a los palestinos de cualquier tipo de diálogo.

Y el cambio real está en manos de los políticos…
Así es. Se necesita una presión diplomática y económica de la comunidad internacional, de la Unión Europea, sobre Israel para convencerlos de que la paz es el futuro, y no lanzar a su Ejército por la fuerza. Pero esta presión no existe, porque los gobiernos solo buscan el interés y es muy decepcionante ver cómo países europeos que creen en valores democráticos no hacen nada para buscar una solución justa. Todos los europeos están convencidos de la solución de los dos estados. Pues si están convencidos… ¿por qué no todos reconocen el Estado palestino? Ahora deben debatir, esperar… eso dicen. Excusas. Creemos que Europa podría liderar una solución justa si muestra sus valores, pero ahora parece que sus intereses políticos están con el poderoso, con EE. UU. e Israel.

¿Cuál es el papel de la Iglesia en el conflicto?
Un año después del inicio de la Nakba, en 1949, la Iglesia católica fundó una misión pontificia para ayudar a los refugiados palestinos, incluso antes de que naciese la UNRWA. Esta continúa especialmente a través de la educación. Para poder ofrecer la ayuda, la Iglesia local recibe el soporte de otras iglesias del mundo y organizaciones como Cáritas, diversas misiones pontificias, el Catholic Relief Service… Pero también necesitamos ver una Iglesia con coraje que denuncie el demonio, el mal. Jesucristo no era diplomático, era muy claro con la gente que sufría. Lo que espero de mi Iglesia es que siga el ejemplo de Cristo y sea clara. Por ejemplo, la Iglesia en Estados Unidos debe tomar decisiones.

Y mientras, la Tierra Santa se está quedando sin sus piedras vivas.
Si el conflicto continúa, más cristianos emigrarán, y eso se aleja de nuestra misión, que es mantener la fe en la Tierra Santa. Yo soy palestino, tengo el mismo carné de identidad que el resto y tengo que pedir permiso para ir a Jerusalén, pero mi misión es que se mantengan las comunidades cristianas aquí y ayudar a que musulmanes y cristianos se respeten y trabajen juntos.