La sentencia C-055-22 - Alfa y Omega

Yo también fui uno de esos hijos pródigos del mundo. Porque hace diez años, cuando vivía en Alcalá de Henares, después de haber estado 17 años sin pisar una iglesia, accedí a confesarme con el padre Manuel. Me iba a casar y quería presentarme ante Dios en condiciones. El padre me puso la penitencia de ayudar a una asociación provida. Luego conocí a Meli, la directora de la asociación, que me pidió coordinar un taller en el que tenía que explicar algo del derecho a la vida a un grupo de mujeres que habían abortado.

Se me ocurrió hablarles de la conciencia, les mostré cómo la conciencia nos dice claramente lo que está bien y lo que está mal. Y así, por ejemplo, si les preguntaba si robar era malo, todas me respondían que sí; y si les preguntaba si mentir era malo, todas se reafirmaban, y si les preguntaba si el aborto era malo, volvía a haber unanimidad. Entonces terminaba mi argumento declarando: «¿Veis? Esto prueba que la capacidad de distinguir entre el bien y el mal está inscrita en el corazón de todos los hombres».

Mi amiga Conchi, un día, me dijo que una muchacha de etnia gitana que venía a mi taller había decidido tener su bebé a pesar de toda la presión que estaba recibiendo por parte de su entorno para abortarlo. Esta muchacha se defendía alegando aquello de la conciencia que les había explicado a lo largo del año.

Pero no hay que olvidar que la conciencia de los hombres puede oscurecerse, casi siempre sin darnos cuenta. De ahí que la unanimidad que se daba entre aquellas mujeres de mi taller a favor de la vida no se dé ahora entre los magistrados de la Corte Suprema de Colombia al sancionar la sentencia C-055 de 2022 que aprueba el aborto libre hasta el sexto mes de embarazo. Una sentencia de muerte que cae sobre este país como una sombra de confusión y mal. ¡Cuántos bebés van a morir por esta mala decisión! Me consuela saber que hay rayos de esperanza en el horizonte, hijos perdidos que emprenden el regreso a la casa paterna; momentos de recordar lo que dice el poeta: «Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera».