La lengua en que se enseña - Alfa y Omega

Las tierras no tienen lenguas. Las lenguas no tienen derechos. Son las personas las que tienen, en relación con las lenguas, derechos y necesidades: derecho a expresarse en la lengua en que quieran (para los más, la única que conocen); y necesidad de hacerlo en aquellas otras sin las cuales no podrán entenderse con aquellos con quienes han de comunicarse. Esas otras lenguas las aprenderemos, sin obligación legal, por la cuenta que nos tiene. ¿No puede, entonces, imponerse en la enseñanza el conocimiento y uso de una determinada lengua? Tal pregunta remite a una distinción fundamental: una es la lengua que se enseña y otra la lengua en la que se enseña.

En determinadas comunidades autónomas en las que son cooficiales dos lenguas propias (el español, oficial para todo el Estado, y otra, distinta de éste, peculiar de la Comunidad), las normas respectivas prevén la enseñanza de ambas lenguas, pero imponen que la enseñanza toda se desarrolle en una de ellas: la peculiar de la Comunidad. Y aquí es imprescindible otra distinción: cuando las autoridades, en uso de su competencia para fijar el contenido del currículo, incluyen en éste como obligatoria una materia, imponen una exigencia académica que viene a tener un sentido condicional: si quieres obtener tal titulación, debes aprobar estas asignaturas.

Cuestión distinta es la de que unas de esas asignaturas las establezcan porque son necesarias para la formación que acreditará tal o cual título, y otras, en cambio, por ejemplo, las lenguas cooficiales, las incluyan porque, aparte su valor formativo, están las mismas autoridades obligadas a hacerlo, pues lo están a facilitar a todos su conocimiento. Pero no por eso, la imposición de estas materias deja de ser una exigencia académica.

En cambio, cuando exigen que la enseñanza toda se desarrolle en una lengua (la peculiar de la Comunidad), establecen un deber lingüístico, para imponer el cual carecen de competencia, y con esto violan el derecho de los alumnos, como ciudadanos, a utilizar, tanto activa como pasivamente, en todos los ámbitos, también el de la enseñanza, la lengua cooficial por la que opten. Es más: violan el derecho fundamental a la educación en cuanto ésta se dificulte gravemente por causa de la lengua que se impone para vehicularla.

La inmersión en una lengua es una excelente técnica para aprenderla, pero contra la voluntad de aquellos a los que se les aplica, y con perjuicio para el aprendizaje de las demás materias, constituye una grave lesión de derechos fundamentales. Aquí no se trata de defender el español, sino de exigir respeto a derechos fundamentales de las personas. Juzgue cada cual qué cabe responder a quienes truenan contra la previsión de medidas que aseguren el respeto a esos derechos.