La Iglesia sinodal - Alfa y Omega

En el extremo opuesto a la Iglesia imperial de Rusia –subordinada al poder y centrada en los rituales– (Alfa y Omega, nº 1.259) se encuentra la Iglesia sinodal de Francisco, enamorada del Evangelio y centrada en la caridad. Frente a todo un abanico de versiones falseadas, el cristianismo se resume en una línea: «Amarás a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a ti mismo». La Iglesia sinodal que propone Francisco –en la que fieles y pastores dialogan con libertad y se escuchan con respeto– es, sencillamente, la del Evangelio, donde se pueden leer muchos comportamientos o actitudes erróneas de unos discípulos que ambicionan puestos de honor, proponen quemar ciudades, apartan del Señor a los niños, no creen en la Resurrección aunque se lo aseguren las mujeres…

El camino sinodal empezó en los senderos de Galilea, Judea, Samaria, y en el camino de Emaús, en el que Jesús escucha con paciencia las opiniones erróneas de Cleofás y el otro discípulo antes de explicarles las Escrituras y revelarse en el gesto de partir el pan. En un artículo de 2020 sobre el sacerdocio, el Papa emérito Benedicto XVI afirmaba que «el movimiento formado en torno a Jesús –al menos en el período prepascual– era un movimiento de laicos», y que «tan solo en la última Pesach (Pascua) de Jesús en Jerusalén, la aristocracia sacerdotal del templo –los saduceos– descubre a Jesús y su movimiento, hecho que conduce al proceso, la condena y la ejecución de Jesús».

Ante el actual cambio de era, en que muchísima gente valora la coherencia tanto como desconfía de las autoridades políticas o eclesiásticas, las líneas esenciales de transmisión de la fe las expuso Francisco en su exhortación de 2014 La alegría del Evangelio. Otras se vislumbran en el camino sinodal iniciado en todas las diócesis del mundo en octubre de 2021, que continuará con las fases continental y universal en la primavera y el otoño de 2023.

No será fácil. La alianza de intereses –americanos y rusos– que llevan 20 años politizando la Iglesia en línea conservadora y nacionalista invierten sin tregua en que no se escuche ni a Francisco ni a los fieles.