La hermandad que da de comer a personas en exclusión social: «Esto va a ir a más» - Alfa y Omega

La hermandad que da de comer a personas en exclusión social: «Esto va a ir a más»

La Hermandad del Santísimo Cristo de los Remedios de San Sebastián de los Reyes ofrecen un menú en su local y bolsas para la cena a 50 personas. También reparten alimentos no perecederos a 80 familias

Begoña Aragoneses

En el comedor social de la Hermandad del Santísimo Cristo de los Remedios, en San Sebastián de los Reyes, se han acostumbrado rápido a las nuevas medidas COVID. Los beneficiarios, cerca de 50, comen en turnos de 15 personas, con mamparas, mascarillas nuevas todos los días y ventanas abiertas. «Acabo de llegar y ya hay gente en la puerta para entrar», nos dice María Moreno, la directora del comedor, cuando hablamos con ella, a las 12:30 horas. «Y esto va a ir a más», asegura, porque de los ERTE «pasan directamente al paro».

Los comensales son personas derivadas de Servicios Sociales del Ayuntamiento de la localidad «que están en situación de exclusión social: sin hogar o que duermen en un coche…». Y también los que les llegan de Cáritas: gente que trabajaba en restaurantes o gimnasios, por ejemplo, en situación de ERTE prolongado que les da para pagar el alquiler y poco más. Hay también algún matrimonio que tiene garantizada la comida de sus hijos en los colegios, pero no la suya. Y alguna madre que en realidad va para alimentar con su comida a su hijo pequeño, aún sin escolarizar.

Esto lo ha visto Ángela González (en la foto superior, la segunda por la izquierda), «la chica más guapa de Sanse» como le dice Pedro Pablo, uno de los beneficiarios. Atiende el comedor junto a otros 30 voluntarios, organizados en equipos de tres o cuatro que van toda una semana completa. «Son grupos burbuja –explica la directora–, y así es una forma de tener a la gente controlada si salta algún caso de COVID-19». De momento, ninguno, porque las normas de seguridad, insisten ambas, se cumplen escrupulosamente.

Comida gracias a familias voluntarias

La comida les llega ya preparada en táperes gracias a las familias voluntarias de la asociación Confía y a los donativos que van teniendo, que les sirven además para completar los menús con guarniciones y postre. Y luego, les preparan a los beneficiarios alguna bolsa para llevar y así «ya tienen apañada la cena», señala María.

Ángela empezó precisamente como cocinera voluntaria por su madre, que la animó a que hicieran juntas las comidas. Con la pandemia se había quedado en el paro y ella, que llevaba años independizada, tuvo que volver a casa de sus padres. No fue fácil, pero a la larga, y gracias al voluntariado, le ha cambiado la vida: «Tengo mucho menos que antes en lo material, pero soy más feliz».

El primer día que pisó el comedor ya se quedó a ayudar, «y desde entonces, a tope». Y además, como está en el paro, «soy el comodín». Ayuda también por las tardes, ya que la hermandad reparte los martes y los jueves alimentos no perecederos a 80 familias en total. Comenzaron en el verano pasado ante las necesidades acuciantes de la pandemia, y han incorporado una tarde más, la de los viernes, para las familias con bebés: les proporcionan pañales, leche de continuidad, potitos, productos de higiene para niños…

El comedor lleva funcionando desde el año 2014, cuando la hermandad, como acción de caridad por su segundo centenario de vida, lo puso en marcha. Alquilaron un local para 25 comensales desde el que se desarrollaba una «labor tan buena», cuenta la directora, que el Ayuntamiento les cedió, tres años después, un local más grande con cocina, que ahora es además la sede de la hermandad. En él pueden atender al doble de personas, gracias siempre a la generosidad y los donativos.

Una generosidad a la que María apela ahora de nuevo. «Las comidas las tenemos cubiertas con Confía y los donativos, pero para las entregas de las tardes se necesitan alimentos». Y muchos; solo de leche entregan a la semana entre 200 y 250 litros. «Al principio, la gente estaba más sensibilizada y había barbaridad de donaciones, pero ahora, ¿quién no tiene un vecino o un hermano al que ayudar?», reflexiona María, justificando así el que hayan disminuido.

Evangelización a pie de calle

La labor de caridad de toda hermandad es fundamental y sin embargo en ocasiones pasa más desapercibida frente a los grandes eventos litúrgicos en torno a las imágenes titulares. No es este el caso del Cristo de los Remedios de San Sebastián. De hecho, en los meses más duros de la pandemia, los del confinamiento domiciliario, no dejaron a ninguno de sus beneficiarios atrás. «Con el Estado de alarma cerramos el comedor –recuerda María–, pero nos empezó a llamar la gente». «¿Qué necesitas?», les decían, y una hija de María cogía el coche y junto a otra voluntaria, iban a hacer la compra y se la dejaban en la puerta de sus casas.

En abril vieron, junto a Cáritas Alcobendas-San Sebastián, que «había que hacer algo». Así que, gracias al cáterin de Iberia –cuyos aviones no volaban– y a la generosidad de un restaurante junto a Ifema que les cocinaba, comenzaron a dar los menús a las puertas de la hermandad, en la calle, «cada día a 40 familias».

Por eso, y por la trayectoria acumulada en sus más de 200 años de historia, «la parte de caridad en nosotros es muy visible», cuenta María. Tanto, que con la pandemia mucha gente se sumó a ayudar, y «muchos se han acercado al Señor a través de nosotros» porque ya de entrada, «si ayudas al prójimo, estás con Él». Y este es solo el primer paso. «No volvía a la iglesia desde que hice la Primera Comunión», le llegaron a contar a la directora del comedor este verano, cuando la hermandad organizó, como todos los años pero este con más motivo, una Misa de acción de gracias. Caridad y evangelización a pie de calle.