La explotación sexual y laboral genera 150.000 millones de dólares al año - Alfa y Omega

La explotación sexual y laboral genera 150.000 millones de dólares al año

Lo que, para la mayoría del mundo, será la fiesta del deporte por excelencia, «puede llegar a ser una vergüenza terrible para la Humanidad». Así se refirió al Mundial de Fútbol de Brasil la Hermana Carmen Sammut, en nombre de la Unión Internacional de Superioras Generales, durante su intervención el martes pasado en el Vaticano para presentar la campaña Jogue a favor da vida

Cristina Sánchez Aguilar
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No es nueva la noticia de que, en eventos de tal magnitud, hay un submundo en el que las mujeres víctimas de esclavitud sexual son las protagonistas. Diversión, alcohol y drogas provocan que las mafias aumenten la oferta de mujeres engañadas y esclavizadas, para satisfacer las necesidades sexuales de cientos de usuarios. «La prevención de este tipo de trata de personas implica la reducción de esta demanda de servicios sexuales», añadía la religiosa al presentar la campaña. Por eso, es fundamental el trabajo de sensibilización de la opinión pública, que la red internacional de religiosas contra la trata Talitha Kum ha materializado en este proyecto, de cara al mundial brasileño.

«Este delito está presente en todas partes, porque los beneficios que desprende son enormes», afirmaba la Hermana Sammut. Lo corrobora un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), publicado también este martes, que revela que las ganancias ilegales procedentes de los 21 millones de personas víctimas del trabajo forzoso generan 150.000 millones de dólares al año. El texto, titulado Ganancias y pobreza: aspectos económicos del trabajo forzoso, señala que dos terceras partes de esta cifra proceden de la explotación sexual. La otra parte, que correspondería a 51.000 millones, se genera a través del trabajo doméstico, la agricultura, y otras actividades económicas.

Para el Director General de la OIT, Guy Ryder, «el trabajo forzoso es nocivo para las empresas y para el desarrollo, pero sobre todo para sus víctimas», y señaló que este informe «añade un nuevo carácter de urgencia a nuestros esfuerzos para erradicar cuanto antes esta práctica altamente rentable pero fundamentalmente nefasta». Por eso, propuso tomar medidas concretas e inmediatas, entre las que destaca «la colaboración con los gobiernos para reforzar la legislación, las políticas y su aplicación»; también el contacto «con los empleadores para fortalecer la diligencia necesaria contra el trabajo forzoso»; y finalmente, «trabajar en red con los sindicatos para que representen y capaciten a las personas en situación de riesgo».

El texto destaca que más de la mitad de las víctimas del trabajo forzoso son mujeres y niñas, principalmente en la explotación sexual comercial y el trabajo doméstico, mientras que los hombres y los niños son, sobre todo, víctimas de la explotación económica en la agricultura, la construcción y la minería. También identifica la pobreza como «el principal factor que empuja a los individuos hacia el trabajo forzoso». Otros elementos de riesgo son «la falta de educación, el analfabetismo, las migraciones y el género».