La espera - Alfa y Omega

La espera

Viernes de la 1ª semana de Adviento / Mateo 9, 27-31

Carlos Pérez Laporta
Los dos ciegos de Jericó. James Tissot. Museo de Brooklyn, Nueva York.

Evangelio: Mateo 9, 27-31

En aquel tiempo, dos ciegos seguían a Jesús, gritando:

«Ten compasión de nosotros, hijo de David».

Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo:

«¿Creéis que puedo hacerlo?»

Contestaron:

«Sí, Señor».

Entonces les tocó los ojos, diciendo:

«Que os suceda conforme a vuestra fe».

Y se les abrieron los ojos. Jesús les ordenó severamente:

«¡Cuidado con que lo sepa alguien!»

Pero ellos, al salir, hablaron de él por toda la comarca.

Comentario

¿Por qué Jesús se demora un instante más para hacer el milagro? ¿Por qué no lo hace en el momento en que se lo piden? Por qué les pregunta: «¿Creéis que puedo hacerlo?», si ellos venían ya pidiendo el milagro. ¿Por qué iban a pedir el milagro si no creían, por poco que fuese, que había la más mínima posibilidad de que Jesús lo hiciese?

La pregunta y el retardo que implica favorecen el crecimiento de la espera de los dos ciegos, sí, pero también dan más espacio y tiempo a su esperanza. La pregunta obliga a los dos ciegos a formular de manera más decidida, menos impulsiva, su deseo de ser sanados frente a Él. Con ello se exponen de forma más clara a la frustración, pero también permiten que el gozo llegue a las profundidades más hondas de su corazón, a sus anhelos más antiguos de recuperar la visión. Quizá en ese tiempo de espera, en el mínimo silencio que les provocó la pregunta, emergieron todos los recuerdos de su niñez, que los que quisieron ver y no pudieron.

Si el milagro hubiera sido la instantánea respuesta de Jesús a la impulsiva petición de los ciegos, poco se habría sanado. Quizá solo lo físico.

Por eso Jesús les dice «que os suceda conforme a vuestra fe». Cuanto más espaciada es la espera, más puede ensancharse la fe, recorriendo más recovecos de nuestro interior que pueden ser salvados por el Señor. Por eso la Iglesia nos regala año tras año el Adviento, para que en la espera redescubramos todo nuestro interior a la luz de Cristo que llega para salvarlo todo.