Toda una vida - Alfa y Omega

Toda una vida

Miércoles de la 1ª semana de Adviento / Mateo 4, 18-22

Carlos Pérez Laporta
Jesús llama a Pedro y a Santiago. Abadía de la Santísima Trinidad de Vendome, Francia Foto: María Pazos Carretero.

Evangelio: Mateo 4, 18-22

En aquel tiempo, pasando Jesús junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores.

Les dijo:

«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».

Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre, y los llamó.

Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

Comentario

Pedro estaba con su hermano, Andrés «que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores». El evangelista Mateo recoge esta escena cotidiana laboral de estos dos hermanos, en la que Jesús les llama. Juan lo cuenta de otra manera, situando a Andrés como el primero de los apóstoles, quien habría traído a Pedro ante Jesús. Las escenas no son excluyentes, porque ¡¿cuántas veces no pasaría Jesús en su vida cotidiana reclamándoles al seguimiento?!

«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres», les dice dice Jesús en la escena, y ellos «inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron». Esa inmediatez en el seguimiento era seguro el impulso primero de su corazón; pero una y otra vez tuvieron que andar dejándolo todo por Él, porque una y otra vez volvían a sus cosas, a su manera de resolver y afrontar la vida, volviendo a subsistir con sus esfuerzos. Sus deseos más hondos de cumplimiento que les hacían vivir completamente a la expectativa se iban así narcotizando en el puro quehacer cotidiano.

Pero la presencia repentina de Jesús que volvía a llamarlos una y otra vez volvía despertar con una fuerza subversiva el anhelo radical de su corazón. Era Jesús y todo lo que venía de Él lo que esperaban de su vida, ¿cómo no dejarlo todo por Él?

Hizo falta toda una vida con Jesús, y toda la muerte de Jesús y su resurrección, para que estuviera dispuesto a apostarlo todo por Jesús, a dar la vida en su nombre.