La diócesis de Bangassou clama por «el círculo infernal de venganza» que vive la región
En una carta, los obispos denuncian que «los civiles son golpeados y torturados con total impunidad» y los pueblos son «bombardeados, saqueados e incendiados». Ante esto, piden: «¡Este no es el momento para la guerra, sino para el diálogo y la escucha!»
La diócesis de Bangassou, en República Centroafricana, continúa sufriendo las graves consecuencias de la violencia que azota la región, especialmente en Haut Mbomou, una de las 14 provincias al sudeste del país. En una reciente carta firmada por el obispo de la zona, Juan José Aguirre, junto a su coadjutor Aurelio Gazzera, han lamentado las muertes violentas de las últimas semanas y se han mostrado «profundamente preocupados» por este clima de guerra.
«No podemos aceptar que el sudeste de nuestro país sea un teatro de violencia de todo tipo, una tierra de la que huye la gente, una tierra de desolación», denuncian los prelados. Sin embargo, esta no es una situación novedosa, puesto que especialmente esta tierra «lleva décadas de luto» y ha sido «codiciada y explotada, primero por los rebeldes Tongo-Tongo del Ejército de Resistencia del Señor, más conocido como LRA, luego por la Seleka y finalmente por la Ani Kpi Gbe».
El conflicto más reciente de República Centroafricana se desató en el año 2012 entre las fuerzas gubernamentales y grupos armados. Desde entonces, las tensiones han aumentado de una forma atroz, provocando fuertes episodios de violencia en las calles y la huida de cientos de miles de familias a otros países como la República Democrática del Congo o Sudán del Sur, con quienes tiene frontera.
Además, los obispos de Bangassou alertan en su carta que la milicia Ani Kpi Gbe, nacida «para proteger a la población de la violencia» del grupo rebelde Unión por la Paz en la República Centroafricana —UPC por sus siglas en francés— y otros grupos armados, «corre el riesgo de convertirse en un peligro para la propia población».

«En las últimas semanas hemos llorado a los muertos: soldados de las Fuerzas de Seguridad Nacional, y muchos, demasiados, civiles. Civiles golpeados, heridos y torturados con total impunidad», señalan. «Lloramos con los pueblos bombardeados, saqueados e incendiados».
Aguirre y Gazzera han manifestado que es urgente detener esta espiral de violencia, puntualizando en su escrito que «con violencia, la violencia no terminará. ¡Al contrario! La violencia solo genera más división, miseria, odio, desconfianza y, al final, un círculo infernal de venganza». Por eso, hacen un llamamiento a todas las partes involucradas nombrando a las diferentes facciones del conflicto: «Azande, Ani Kpi Gbe, FACA, Wagner y la población» y exigiéndoles «que pongan fin a la violencia y se esfuercen para que esta región remota y aislada, sin carreteras ni comunicación, pueda vivir en paz y convertirse en una tierra donde cada persona pueda mirar a la vida y al futuro con esperanza».
Por su parte, y lejos de alejarse de los afectados, la diócesis ha abierto esta misma semana nuevas misiones en las regiones de Zemio, Mboki y Obo, adonde también han huido muchas víctimas de los conflictos. «La Iglesia Católica siempre está dispuesta y disponible para dar la bienvenida a aquellos con buena voluntad alrededor de una mesa para debatir y trabajar por la paz, la reconciliación y el desarrollo en la región», afirman.
El escrito finaliza haciendo un alegato por la paz: «¡Este no es el momento para la guerra, sino para el diálogo y la escucha! ¡No es el momento de las sospechas, rencores, acusaciones genéricas y celos, sino de escuchar a los pobres que gritan y piden paz!».