La carmelita de la sonrisa inicia su camino hacia los altares - Alfa y Omega

La carmelita de la sonrisa inicia su camino hacia los altares

Se abre en Argentina la causa de canonización de Cecilia María de la Santa Faz, la monja que murió con una sonrisa en los labios y cuya imagen dio la vuelta al mundo

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Cecilia en el hospital
Cecilia en el hospital. Foto: hermanaceciliamaria.org.

Es difícil encontrar una sola fotografía de la hermana Cecilia María de la Santa Faz sin que aparezca con una sonrisa radiante en medio del rostro. De hecho, es así como se murió, tal como muestra una fotografía que dio la vuelta al mundo hace unos años. Así es también como la conocen hoy miles de personas en todo el globo que le encomiendan sus inquietudes. Por este y otros motivos, el arzobispo de la diócesis argentina de Santa Fe de la Vera Cruz, Sergio Fenoy, ha decretado el inicio de su causa de canonización que tendrá lugar el próximo domingo 23 de febrero en el convento de carmelitas al que pertenecía Cecilia.

Cecilia María nació el 5 de diciembre de 1973 en San Martín de los Andes, al este de Argentina. Con 24 años ingresó en el monasterio de carmelitas descalzas de la ciudad de Santa Fe, donde destacó por su dulzura y simpatía, que no desaparecieron cuando en el año 2015 le fue diagnosticado un cáncer en la lengua. Falleció en Buenos Aires al año siguiente. Su imagen en el hospital, pocos días antes de morir, se hizo viral por la paz que transmitía. Lo mismo ocurrió con una fotografía en la que aparecía en el féretro con una sonrisa similar a la que lució en vida.

Tal como contó en 2009 en un testimonio personal, su vocación como carmelita se gestó mientras cursaba el quinto año de secundaria, a través de un profesor que le habló sobre santa Teresa de Jesús. Su inquietud vocacional fue creciendo poco a poco y cristalizó en un viaje a España, donde visitó el monasterio de la Encarnación de Ávila. Allí sintió «como si hubiera hablado con la misma santa Teresa. Me puse a llorar y llorar, sentí el amor infinito de Dios, con una felicidad muy grande y muy dulce, de esas que no se pueden describir», contaba.

Después de una breve experiencia en el carmelo de Buenos Aires ingresó en el monasterio de Santa Fe, donde vivió hasta su muerte. La madre María Magdalena de Jesús, priora del monasterio de San José, ha destacado de Cecilia su «dulce obediencia», así como «la serenidad, lucidez y firmeza con la que tomó decisiones de vida o muerte». Y recuerda que cuando se enteró de la gravedad de su enfermedad «ya no necesitó más consejos y una respuesta transparente se presentó en su corazón: “Lo que Jesús me pide”, dijo. Y ya nada la turbó».